Entrada destacada

Movilización a Memorias andantes

Una necesaria movilización Hace ya un año, con la caída de Google +, decidí trasladar el blog a WordPress, a fin de mantener con vida e...

sábado, 26 de diciembre de 2015

Días de lluvia. Segundo ciclo

Ni la responsabilidad ni el clima me habrían de evitar que volviera a ir por un café al día siguiente. Al mismo sitio, durante un punto similar del día, con intención de intentar simular mi experiencia previa más inmediata.

Resulta curioso, pero más que tomar un delicioso café caliente en un día gélido, lo que me motivó a volver a ese lugar era la posibilidad de ver nuevamente a mi pequeña amiga. De alguna manera, un deseo incontrolable motivaba mis actos, un deseo incontrolable, algo en ella me atraía en una medida bastante mayor a la razonable o lógica. Se que esto puede sonar extraño, algunos podrían especular sobre motivos quizá un tanto perversos, llegándose incluso a malentender por completo el origen y el fin de este sentimiento, pero nada de esto es así. La naturaleza de tal interés era más bien una especie de curiosidad, tal vez a causa de esa enigmática mirada, una ilusión, alimentada por lo que para mí fue proeza, después de todo había evitado la probable muerte de la chica. El sentimiento no tenía una dirección específica, carecía de de un fin posterior al simple encuentro con mi amiga, su forma, por tanto, era simple, de pocos vértices, y, sin embargo, tenía mayor profundidad, complejidad y fuerza. En fin, el caso es que regresé al susodicho sitio al día siguiente.

Ese día, si no mal recuerdo, se dieron noticias sobre la situación en Europa, Medio Oriente y Asia. Los eventos se han desarrollado más como una segunda guerra fría, que como una tercera guerra mundial, como muchos especularon que sería. El 2018 se vio marcado por el uso del primer batallón de drones de combate, aunque para el 2016 se habían mandado ya unidades de prueba para atacar al Estado Islámico. Creo que fue esa tarde, o si no la del día siguiente, cuando se dio un importante ataque terrorista al sur de Inglaterra, no recuerdo exactamente en que ciudad. En fin, no puse demasiado interés en eso.

Al volver al comercio, me pude percatar de dos cosas: la mujer que atendía era otra, supuse yo que era debido a que la del día anterior se hallaba muy afligida para trabajar, y que mi pequeña amiga no estaba por ahí.

En un principio sentí cierta tristeza, pero después pensé con mayor lógica: seguramente la niña había tenido tarea o algo por el estilo, por lo que no pudo salir. En cambio, la mujer que me atendió parecía mucho más alegre, incluso me contó como una semana atrás su hija se había salvado por segundos de que le cayera encima una antena. Me pareció una graciosa coincidencia.

****

Al salir noté que el viento rugía con fuerza, podría jurar que el sonido del viento aparentaba pronunciar mi nombre. Al fondo de la calle, en medio, entre una bruma que no debía tener lugar, se dibujó la imagen de una joven.

****

Por un momento pensé que de verdad se trataba de alguien, pero, según parecía en ese entonces, había sido únicamente una ilusión óptica, o en todo caso la consecuencia de una especie de pareidolia.

Ese día no vi a la niña, pero faltaban todavía unas cuantas jornadas en las que todavía pasaría por aquel camino, y otros tantos hechos insólitos acontecerían en dicho periodo.