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lunes, 22 de agosto de 2016

Eterno retorno


7 luces en el umbral del bosque de los recuerdos, una voz en el claro la imaginación. La totalidad de mi ser se arremolina en torno a una sustancia desconocido, la tela del más allá que se entreteje sobre los límites de la realidad. Sueños vagos e imágenes confusas que se mezclan como las ramas del Único, siendo verdades que apenas son un reflejo de la esencia última. Siento miedo ¡Oh que terrible es lo inevitable!

Mi resistencia es inútil ante la luz del horizonte, ansío tomar entre mis manos al infinito, pero sé que seré lanzado a un sin sentido.

Algo me jala hacia el lucero, y siento ira por saber lo que pasará.

Imagino la enorme figura que me levantará en su inmisericorde mano, en plena confusión, llorando por un trauma al que no le hallaré motivo, golpeado con un dolor que no podré entender, perdido en un mundo que sin objeto ni sentido. Aunque el olvido se cierne sobre mi con misericordia, para dentro de poco no saber que era lo que ahora soy, de percibirme queriendo ser lo que nunca he sido, y no saber que he dejado de ser lo que siempre seré.


Antonio Arjona Huelgas
22 de Agosto del 2016

Cabañas de San Juan

Los confines del bosque de San Juan están repletos de cabañas que pertenecieron a los  antiguos pobladores de la región. Sin embargo, poco conocemos de estos personajes, puesto que desaparecieron antes de la llegada del hombre europeo. Pero de alguna forma sus vestigios siguen en pie , y entre estos el más extraño es el arquitectónico. Largas filas de cabañas triangulares en espiral, conformando el conjunto más enigmático, aumentado por el orden descendente de las mismas, gracias a la orografía de los bosques de San Juan. Dicha forma circundante termina en una pequeña cascada, adornada con flores blancas, violetas y rojas,  y no se ha podido confirmar la presencia de vegetación acuífera. Bastante curioso, sin lugar a dudas.

Antiguos códices describen la leyenda de una deidad proveniente de la cascada. Con el fin de obtener bendiciones, clima estable, salud y redención,  un infante era sacrificado cada temporada de lluvias. Es asociado con los llamados Tlalocs, o con los Chacs, deidades lacustres que concedían sabiduría a cambio de la ofrenda de infantes. En el caso del bosque de San Juan, los niños eran desollados y lanzados al agua. Pese a que algunos piensan que los pequeños yacían muertos, en ocasiones eran conscientes del sufrimiento hasta el punto en que morían ahogados. Algo bastante triste.

La posición de algunos antropólogos y científicos sociales era la del respeto a las viejas tradiciones de las culturas autóctonas; mientras otros creían que semejantes costumbres debían desaparecer. Aunque en el particular caso de San José, la práctica del antiguo ritual horrorizaba y generaba desaprobación entre unos y otros. Y aún así, cada inicio de temporada de lluvias conlleva la inminente aparición del cadáver de un niño desollado.

Volviendo al caso de las cabañas convergentes a la cascada, son resguardadas por una serie de bardas alambradas y un equipo bastante activo de policías y guardabosques. Aún así,  los curiosos por los temas paranormales logran introducirse, con el fin de acercarse a la misteriosa cascada, e incluso deciden pasar la noche en alguna de las construcciones. El índice de desapariciones entre estos es de alrededor del 70% del total, tres cuartas partes de estos nunca se les vuelve a encontrar, mientras que el resto son encontrados muertos. El otro 30% afirma haber visto a niños corriendo por los bosques a distintas horas, sufrido desmayos repentinos, ser acosados por sombras risueñas cual hienas, e incluso en algunos casos olvidando lo vivido en esos rumbos.

Entre los muertos, más de la mitad han sido encontrados desollados, mientras que el resto ahogados. Todos sumergidos bajo la cascada. Lo más curiosos, es que en los primeros días de la temporada de lluvias, los cadáveres correspondientes estaban desollados, aunque la causa de muerte fue el ahogamiento.

El pueblo conlindante al bosque está repleto de campesinos, ex oficiales, anticuarios y algunas parejas de ancianos dedicados a disfrutar de su retiro. Ninguno osa acercarse al bosque.

Es irónico decir que hay quienes se apropiaron de ciertos terrenos, con el fin de remodelar las construcciones y con ello hacer una fortuna en ventas a particulares y renta a turistas. Hace poco se abrió el negocio, y parece ser que hay un amplio flujo de visitantes, esperemos que ninguno decida seguir el camino de cabañas que descienden en espiral.



Antonio Arjona Huelgas
21 de Agosto de 2016