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domingo, 19 de marzo de 2017

Un pensamiento acerca del más allá

Introducción al materialismo preternatural como perspectiva epistemológica

Brevísimo ensayo sobre un materialismo preternatural



El antecedente más antiguo conocido en torno al materialismo preternatural surge a mediados del siglo XX. Si bien las ideas de Feuerbach, Adam Smith, Jonh Stuart Mill, o Karl Marx se extendieron y repercutieron con la mayor rapidez posible para su tiempo, el contacto con ideologías que albergaran la posibilidad de lo preternatural llegaba a términos negativos, en el mejor de los casos, dado que sus principios resultaban diametralmente opuestos. No conforme, el éxito del positivismo comptiano en la sociedad Occidental y sus pretensiones de verdad y progreso científico, provocaron un terrible y contraproducente alejamiento entre el estudio de las artes ocultas y la ciencia moderna. Es claro que hubo grupos de carácter sectario que trataron de conciliar ambos principios, sobre todo entre las élites políticas de distintos países, aunque ninguno poseía el rigor ni las bases metodológicas para obtener resultados concretos. Es evidente que tal contexto llevaría a los temas de estudio en torno a lo sobre y preternatural al desprestigio, y al fracaso de un marco teórico capaz de englobar lo inexplicable en un sistema de investigación. Es claro, desde un punto de vista filosófico y epistemológico, que la ciencia de lo preternatural no puede englobar los fenómenos como tales, pero si podría explicar a grosso modo los aspectos fundamentales y prácticos de los mismos, y a su vez, en determinado momento si las condiciones son propicias para este estudio, entenderlos a profundidad. Sin embargo, las condiciones del pensamiento no fueron medianamente propicias para esto, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el aparente fracaso del positivismo y las condiciones propias de la Guerra fría. Así, por mucho tiempo el campo de las fuerzas naturales místicas se mantuvo en el silencio y bajo el prejuicio.

Casi todos los esfuerzos de los estudiosos para renovar el espíritu humano en las ciencias fue sesgado por el tiránico cientificismo de corte positivista, al punto en que la mayoría de las universidades especializadas en estos temas fueron clausuradas u obligadas a cambiar su enfoque. A excepción de la Universidad de Miskatónic, que sobrevivió hasta inicios de la Guerra fría y la puesta en servicio de la misma en pos de los intereses del bloque capitalista.
Así, después de tantos obstáculos, el concepto de materialismo preternatural surgió en beneficio de la ciencia íntegra de lo inexplicable, como principal eje ideológico, y base para un estudio objetivo. Fue definido por Alfred Schütz, un académico de la Universidad de Berlín, que viajó a Norteamérica para estudiar su doctorado, cuya tesis fue titulada El potencial epistemológico de lo oculto. En ella define el materialismo preternatural como:
Podemos hablar acerca de un materialismo, entendido como la doctrina de pensamiento que se apoya, única y exclusivamente, en lo material, en el producto del Demiurgo, dicho al modo de Platón, como verdad última de la realidad. Una concepción ideológico-filosófica basada en lo tangible, en la Mater física, la materia. En el caso del materialismo preternatural, se acepta lo comúnmente negado desde el materialismo tradicional, cómo probabilidad dentro de las posibilidades perceptivas y concretas, es decir entendido desde los conjuntos del conocimiento psicológico y científico como hechos posibles. En resumen, pensamiento que admite lo que es en apariencia descabellado, explicado y comprendido desde un orden natural, lógico y plausible” (Schütz: 1977)

Cierta parte del estudio materialista de lo preternatural se podría asociar con la idea de la Ignorática, que se puede entender como una disciplina enfocada en estudiar todo aquello que se ignora, dividirlo, clasificarlo y analizarlo. Es descrita en El libro negro de Giovanni Papini, obra de fascinante carácter y de posible inspiración para ciertas propuestas del materialismo preternatural. Precisamente los conceptos ficticios llevaban en sí una expectativa o una forma de concebir los fenómenos mal llamados paranormales. Fue necesario un tratamiento más profundo, concreto e interdisciplinario para llevar lo preternatural al plano de la teoría materialista.

La importancia de esto es tal, que sólo por este medio se puede alcanzar una explicación auténtica del mundo, de la sociedad, y de las propias leyes que nos rigen. Desde lo particular como una posesión, hasta la función de ciertas fuerzas en el subconsciente colectivo. Es claro que se retoman términos propios de pseudociencias como la parapsicología y la ufología, más se desentiende de todas ellas. Se deslinda de cualquier tipo de superstición, pues busca las altas posibilidades de la lógica, probabilidades no tenidas en cuenta en situaciones comunes, entendidas siempre desde la razón.

Cabría citar a una larga serie de autores para describir el nacimiento y desarrollo teórico de este postulado, sobre todo al tratar de entenderlo desde su contexto y en relación con la epistemología de la complejidad como parte de una fase progresiva pero preservativa del conocimiento humano. Para ser tal, es evidente que debe estar acompañado de un adecuado marco teórico y de un uso práctico, entendido desde lo científico y epistemológico en general, así como una filosofía que lo respalde. Todo esto se propone en el presente el materialismo preternatural.

En fin, en la presente obra se reúnen los ensayos más célebres y fundamentales para entender el materialismo preternatural, su historia y teoría. Algunos como el ya citado Schtütz,  James Belknap, Richard Ernest Bloch, Joseph Armitage y Rafael Levi. A su vez, textos de religiosos y ateos que sentaron sus bases.

Este pequeño texto puede parecer breve y ambiguo, y lo es en comparación con el conocimiento brindado por el materialismo preternatural. Espero con esto inspirar a los lectores y que esta introducción constituya una parte necesaria de la Gran obra.

Hoy y para siempre.
Cogito et opus ad aeternam.


Bernard Romero Fulcanelli

viernes, 3 de marzo de 2017

La muerte de Narciso



Un profundo dolor corrompía los corazones de los habitantes del bosque. La melancolía reinaba entre los espíritus elementales, que habitaban entre las verdes hojas, en medio de la corteza y el tronco de los árboles más frondosos, en las gotas de agua salpicadas por el arroyo, y susurraban entre céfiros y ventiscas. Su vida y la admiración constante hacia la Madre naturaleza los alegraba casi todos los días, pero ese día, no tras la muerte de Narciso.

A la tercera jornada tras el fallecimiento, una pequeña decidió hacer un funeral en honor del difunto mortal. Rara vez los espíritus se conmovían ante la muerte de un ser humano, pues estos, como todas las criaturas vivas eran efímeros. Inclusive era una bendición que muriera, pues un elemental sólo perdía la vida ante la destrucción del bosque o la selva, ante la erosión de la tierra y el envenenamiento del aire, frente a la sequía de los ríos y arroyos. Y en tales atrocidades los humanos eran los más hábiles.

Sin embargo, para la pequeña Nin, el fallecimiento del hombre se le había revelado como un vacío. A la hora de enterrar el cadáver, ella y su hermano mayor fueron los únicos en ver su rostro, nadie más, ni el suspiro y ni el arroyo. Quizá el sol, pues su ojo veía todo a través de los rayos de luz. Ni uno más.

El día anterior al velorio la pequeña Nin habló con su hermano Enli desde el amanecer hasta el descenso del rey sol. Enli se acercó a Nin al verla triste y acongojada, cierta parte de él conocía esa sensación, aunque por lo general no se diera entre los elementales. Se adelantó, se colocó junto a su hermana, y preguntó:

-¿Qué tienes Nin?-. La chiquilla recostó su cabeza en el hombro de su hermano y, sin dejar de mirar al cielo le preguntó:

-Hermano mío ¿Qué es la muerte?- calló, y esperó atenta la respuesta de Enli.

-El fin-. Respondió parco. No obstante, al mirar los ojos de su hermana, perdidos en el infinito, subió la vista al sol, y su mirada cayó al suelo.- Creo que tras varios siglos en realidad no estoy seguro de ello. Pienso que es un cambio inevitable.

-¿Un cambio?- al fin parecía que su hermanita entendía lo suficiente para sentirse menos afligida, o por lo menos la curiosidad la distraía de su pesar.- ¿A qué te refieres?

-Imagina los vientos y el agua, el camino que recorren, uno por el mundo y otro hacia el mar. Piensa en la distancia que avanzan, y ahora ve todo eso desde una gota de agua, desde una leve brisa, o si prefieres desde una mota de polvo arrastrada por el viento…

-Me gusta la gota de agua-. Nin lo dijo por reflejo, pero sonrió un poco.

-Bien, imagina que la pequeña gota nada en dirección al mar, en el río, junto con otras tantas miles o hasta millones de gotas semejantes a ella. La pequeña, si pensara, no sabría a dónde va, sólo continuaría su camino, y su vida, en dirección al mar. De todos los rincones a dónde podrá ir y dónde podrá terminar, siempre podrá regresar al riachuelo. Pese a necesitar evaporarse o congelarse para hacerlo. Todos esos son cambios que ella puede controlar hasta cierto punto, o que, bien o mal, puede revertir, a excepción del mar.

Nin creyó entender a lo que se refería Enli.

-El mar es el cambio, la transformación inevitable e irreversible. Haga lo que haga, la pequeña gota de agua debe seguir su curso, o se estancará. Su movimiento cesará por completo, y el término absoluto del movimiento es peor que la muerte.

Nin abrazó a su hermano.

-¿Crees que Narciso era hermoso?- preguntó la joven elemental.

-¿Qué?- Sí que se sorprendió Enli al escuchar eso, nuca imaginó que una elemental, y mucho menos una tan pequeña se hiciera una pregunta como esa sobre un humano.

         -Creo que debía ser muy hermoso, seguro tenía miedo de mostrar su cara, por eso vivía siempre con aquel raro espejo frente a su cara, seguro era tan bella que no podía dejar de verla. Tanto que al morir el espejo no pudo evitar caer en ella, y evitarnos así el observarlo-. Enli no supo que decir, por lo que dejó hablando a la pequeña.- Los rayos de luz fueron los únicos de nosotros que pudieron verlo, y cómo son unos engreídos por ser hijos del sol, no van a decir nada a nadie ¿Tú te enamoraste alguna vez de una luz verdad?

         -Je je, eso fue hace muchos años, venía de una estrella muy, muy lejana. Nunca he amado a nadie como la amé a ella-. Enli se sorprendió por la repentina pregunta de su hermana, no pudo más que reír. Por supuesto evitó ser explícito al hablar de eso.

         -¿Qué hay de mí?- Nin observó enojada a su amado hermano mayor.

         -¿Qué? No, a ti te amo de forma distinta, tú eres mi hermanita, surgimos de lo mismo, eres la pequeña hija de la tierra que en esencia misma es agua viva como la de los manantiales y el amplio mar. Tú eres la única como yo.

         Nin abrazó con más fuerza a su hermano. Cerró sus ojos y le susurró a Enli.

         -Te amo hermano ¿Siempre estarás conmigo verdad?

         -Siempre que haya algo existiendo, por más pequeño que sea-. Enli sonrió. Pensó en aquello que lo semejaba a su hermana, ella era un ser de la tierra, que en esencia era luz y agua. Por su parte, él era luz y viento. Ninguno de los dos era enteramente como el resto de los elementales de tierra, y ambos sabían que sus destinos estaban más allá de la tierra. Por supuesto que Nin desconocía el significado de la diferencia entre sus esencias y las de sus congéneres, y era mejor así. Sin embargo, podía especularlo, Enlil lo sabía y temía que así fuera, pues era casi seguro que lo haría. De no haberlo hecho ya.

-¿Qué es lo bello? ¿Qué hace una cosa más bella que otra? ¿Por qué es así? Siempre me lo he preguntado, más temo preguntar, podría parecer una tonta ¡Parece que todos lo saben con mucha seguridad!- Nin estaba más animada.

         -¿Lo bello eh? Hm, buena pregunta-. Enli guardó silencio un instante, y después siguió hablando. -En realidad casi todos lo dan por hecho aunque casi nadie lo sabe con seguridad, tal vez nadie. En el caso de los humanos parece que ellos ven la belleza de muchas formas, y tienen maneras de apreciar la belleza de las cosas según que sean. En la mayor parte de los casos, lo que consideran hermoso nacerá de lo que la mayoría de ellos cree o dice que es lo bello, o bien de la expectativa que tengan con respecto a lo que son las personas y cómo deben ser. A partir de eso dicen que una cosa es más bonita o más fea que la otra. Algunos creen que todo tiene su encanto, al menos algún detalle, o que todo es hermoso tal cual. Un pensamiento no tiene que estar peleado con el otro, los humanos son un poco raros. Para ellos, cuando tratan de pensar por sí mismos, lo cual no es común, y no obstante pasa, el esplendor de las cosas parte del cómo se ven y se entienden cada uno de ellos por separado, con respecto a sus semejantes. Dicho de otro modo, ven lo bello en otros cuando los demás les hacen ver o sentir que hay belleza en ellos mismos, y viceversa. Quizá no sea belleza en sí, sino gratificación, reconocimiento, o una serie de cosas que podría necesitar un humano ¡Y cuánto de tanto necesita un humano! Necesidad, es una palabra que se repite una y otra vez en sus mentes. Supongo que su constitución y su forma de vida los condicionan a ello.

"A lo mejor lo bello está en el reflejo y no en el objeto. No sé".

"Pese a esto, una cosa son los humanos, y la otra el resto de las cosas. Aunque es posible que no estén tan alejados, ni nosotros de ellos ¿Qué hace a las cosas bellas? Podríamos decir que todo lo bello parte de que alguien consideré algo como tal, no me refiero a una cuestión de simple percepción, ni a una cualidad mística o mágica que materialice nuestras ideas. Pienso que la belleza depende, sobre todo, de tres aspectos: la experiencia, el entendimiento y el sentido".

"Cuando el viento acaricia tu cara, cuando la luz y las sombras se funden y luchan entre sí dando forma, color y consistencia al mundo… En los ratos en que te recuestas sobre las aguas calmas, o te deslizas a través de una ladera gracias al efecto natural de caída, y sientes algo calmando tu ser, y la realidad se suspende sobre sí misma, trayendo paz, y uno u otro mensaje. Al ver las motas de polvo flotando frente al atardecer, cuales aves en el cielo, o navíos en un mar invisible. Pero quietas, petrificadas o descendiendo de manera tan lenta que no la podemos entender, cómo el tiempo de la naturaleza, eterno. Siempre, al suspirar la vida y contemplar la muerte. Experimentas lo bello".

"A su vez, cuando alguien, sea un ser vivo, animales como los humanos o los colibríes, o inanimado como son las piedras y la propia oscuridad, te lleva de alguna forma a entender algo profundo sobre ti, o sobre el mundo. En la compañía de otros, en la soledad frente al todo, o volando entre los sueños. En una caricia, breve, efímera, tal como un parpadeo, en el más leve toque, o en un largo y cálido abrazo, en un beso. O en la simple contemplación. Entiendes lo bello".

"En las cosas minúsculas, en los bonitos tesoros, en las grandes montañas y el vasto mundo. Al momento en que escuchas lo que hay más allá, y vez lo profundo en lo que simple, o encuentras lo sencillo entre las complejidad del intrincado laberinto de la vida. Las cosas cobran sentido para ti, o por sí mismas. Sientes la vida, y la vida tiene sentido".

Pude simplificarlo más, muchos lo hubieran hecho. O pude extender la explicación en un intento por descifrar un secreto. Más creo, por tu mirada, que has entendido el punto. Además, ya lo he dicho: la belleza está en la experiencia, el entendimiento y el sentido. Por separado o en suma-. Enli comprendió entonces el por qué importaba tanto aquel humana para su hermana, y también para él. A través de la muerte de Narciso, Enlil y Nin comprendieron algo sobre la vida, en especial la pequeña. El mayor entendió más bien por medio de su hermana y del difunto, como dos palabras perdidas que al juntarse adquieren significado.

-Gracias Enli, te quiero-. Entonces Nin durmió, y no despertó hasta el día siguiente. Enli rió, y se quedó mirando al sol en su trayectoria por el cielo, hasta perderse en el horizonte. El aún joven elemental pensó en si el sol tenía un semblante oculto, visto por nadie a excepción del mar de occidente, dónde algún día seguramente su hermana estaría, entre miles de millones de gotas de agua, reflejando el rostro del sol.

 Dos días de congoja pasaron lentos para Nin, el segundo fue un constante flotar entre horas de silencio, mientras el primero un impacto, el enmudecer de todas las cosas. Por única ocasión, al tercer día, se polimerizaron el rayo y la lluvia, y entre ellos la chiquilla pudo escuchar. El viento aminoró las cayentes gotas de agua, y las deslizó hacia el pico más alto.

Al morir Narciso, mientras caía, en su último suspiro, observó algo nunca antes visto, algo que no era su rostro. Entre la luz y el espejo, en medio del sol que caía y un reflejo visto todos y cada uno de sus días, vio los ojos de una pequeña, tan hermosa como nada que hubiese visto antes. Lo perfecto, oculto entre la vida y la muerte.





FIN



Áureo Boix

3 de Marzo del 2017