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Movilización a Memorias andantes

Una necesaria movilización Hace ya un año, con la caída de Google +, decidí trasladar el blog a WordPress, a fin de mantener con vida e...

sábado, 3 de diciembre de 2016

Renacer


Confesiones de un caballero en cenizas



Monstruos de pesadilla, escenas deformadas, evidencias de una mente sin cordura. He de percatarme de tanto más de lo hecho hasta ahora. Mis memorias son profundas, y en mi presente deseo ¡No! Lucho por redimirme, por combatir el dolor de la pérdida inesperada de la gloria aún más inesperada.

En la temporada de los cadavéricos árboles y los vientos de Polaris, tras recorrer los palacios dionisiacos y en ellos confesar mi pecado ante un camarada, dando a conocer mis aflicciones. Tras apuñalar a una dama por negarse a darme muerte, y quebrar el recipiente de mi espíritu. Al final, abrí mis ojos, y en consecuencia recordé el plan que otro yo armó al inicio de mi cruzada.

Todo estaba hecho. Todo era ya conocido. El secreto fue el divino plan elaborado y olvidado hace tanto, llevado a cabo por un títere que resultó ser el titiritero.

Me levanto de las cenizas y continúo el camino que, ahora sé, nunca fue errado. Sólo necesité recordar su sentido.

Áureo Boix

3 de diciembre de 2016

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El norte de la tierra

La Gran Tierra, lugar de misterios y aventuras, de guerra y heroísmo, de paz y enseñanzas, también ha sido lugar de actos monstruosos que causan escalofríos en todo individuo que se pueda jactar de sabio, al igual que en el más ignorante. La huella de tales acciones parece generar un imán para todo mal, o bien una semilla que germina en cuanto las personas deciden poner un pie en ella. Tanto es así, que ni los nómadas de Irín atraviesan las tierras de más al norte, donde la nieve es  del color de la sangre y el humo, donde la niebla susurra secretos que no deberían ser escuchados, y las sombras de los muertos dan media vuelta en lugar de sumergirse en el ojo de Silbán.

Si alguna persona osa entrar deberá conocer y pronunciar con toda la potencia de su voz los 99 nombres del creador. Aunque algunos consideran esto inútil, puesto que la única autoridad ahí es la nada, y ni siquiera la muerte le puede rivalizar. Sin embargo, el propio vacío se rige por los principios de la vida y la muerte, es decir, de la transformación y la permanencia. Por tanto lo mejor sería llevar un símbolo del Todo absoluto, pero no se puede saber que tanto protegerá un mero símbolo.
Aún con cierta preparación, es difícil que pueda haber una necesidad tan fuerte que motive a la intromisión en los dominios de la Nada.

Ahí no hay vida, no hay muerte. No se escuchan los lamentos de los espíritus miserables de los caídos en alguna batalla, ni se recibirán ataques por parte de criaturas enfurecidas que acechan desde las sombras. No se verán entradas al infierno o a cualquier terreno maldito, ni los demonios se lanzarán a devorar las almas de los visitantes. No hay nada, y eso es todo.

Entonces si no hay nada ¿Dónde está el horror? ¿Por qué no se debe entrar ahí? ¿Y cuál es la huella del acto monstruoso que se cometió en la orilla norte de la Gran Tierra? Así es, la innombrable acción, esa pesadilla, fue la de un hombre que, en su dolor y bajo un impulso de algo a lo ni siquiera se le podría llamar maldad, invocó al Vacío.

Se dice que una figura alada, el ave en que se puede manifestar Aquel se balancea entre los hilos de la realidad y la existencia, tomó todas las cosas y todas las almas y la tierra ahí ya nunca fue tal. No hubo gritos, no hubo masacre, lo que alguna vez hubo dejó de ser y se borró de la memoria de toda criatura humana y no humana.

El responsable de tan maligna hechicería, un miembro expulsado de los nómadas de Irín, llevó su ira y odio hacia la peor de todas las salidas. Utilizó los conocimientos y artes acumulados durante siglos para hacer una monstruosidad sin precedentes, más allá de la imaginación de cualquier ser. Entregó tanto a la nada, y el se entregó a la muerte con la más perversa sonrisa. No es de extrañar el damnatio memoriae en su contra.


Así, no quedan muchos consejos que dar, cada quien camina como puede el jardín de la vida, y a veces como quiere. Ansiamos de forma continua encontrar el sentido en este juego de reflejos. Con tragos gloriosos y amargos. Con risas o lágrimas. 

Aunque por más grande que pueda ser el pesar, el anhelo por la nada puede llevar a la pérdida absoluta. Y repito que la muerte es un mejor destino que este, por más horrible que resulte.

Mientras tanto el mundo trata de recuperar su lugar en las zonas en que el silencio precede cualquier acto, donde la nieve llora y sangra a causa del peor de los sacrilegios. Nada más que un lugar lejos del Jardín de la vida.


Antonio Arjona Huelgas
2 de Noviembre del 2016

lunes, 31 de octubre de 2016

Réquiem a una existencia miserable


¿Quién habría esperado algo honroso de aquel gusano? Se arrastra tal y como su naturaleza le dicta, tal y como debió estar todos y cada uno de los días de su vida ¡Cuán feliz habría sido el mundo de haber sido así! Pero el muy asqueroso, el muy imbécil ¡Ese inmundo pedazo carne y estupidez! Cuánto le hubiera valido nacer muerto, mantenerse alejado de otras vidas, o simplemente no nacer. Pero tuvo que venir a joderme la vida ¡Ja! Debí imaginarlo, no tardó en traicionarme apenas se topó conmigo. Y era natural, yo era el ser y el era el mundo. Debía destruirlo, no se merecía nada mejor. No me disgustó arrastrarlo durante la noche, no me molestó golpearlo hasta hacerlo llorar, ni cortarlo con lentitud hasta que me suplicara que acabara con él ¡Cuánto placer sentí al enterrarlo vivo, y más al sacarlo para que creyera que tenía esperanza. Y fui liberado al prenderle fuego para purificar su inmundicia.
Ahora se acaba su inutilidad, su ridiculez ¡Y todavía se atrevió a participar en mi procreación! Ahora se arrastra buscando salvarse, mas yo soy el fuego que el mismo encendió, y mi labor era convertirlo en cenizas. Su miserable existencia me alimentó con rapidez, como la yesca. Y como leña mantuvo mi odio. Ahora termina, con un acto de honor, de liberación. Me siento glorioso, y siento haberle dado gloria a esa porquería. Aún con siendo él, fue útil para el sublime acto que acabo de realizar.
Ahora mi fuego se apaga y me estoy congelando. Supongo que yo también moriré. Sin embargo mis llamas se elevarán hasta los cielos, y los ángeles sabrán de la realización de mi venganza. Sabrán como convertí el excremento en combustible, y el fuego en oro. 
Mientras tanto todos están ardiendo, todos ardemos hasta el final de los tiempos.


Antonio Arjona Huelgas
31 de Octubre del 2016

domingo, 30 de octubre de 2016

Vacíos

Si aún hay oportunidad de volver atrás apostaré mi vida por ello, y no me importaría mucho perderla puesto que la muerte es mejor destino al que probablemente me aguarde. Más el retorno, tantas veces desaprovechado en el pasado, parece imposible a estas alturas. El vacío ya es infinito.
¿Este es el camino irrefrenable? ¿Este es el sentido que buscábamos? ¿Cómo alguien lo podría aceptar? O peor ¿Quién abrazaría la nueva Fe? Sería imposible ¿verdad? La lógica y la razón se oponen de manera natural, la ciencia y la filosofía también. Sin embargo todos lo hicieron.
Estoy solo.
Soy el todo en la nada.
Y ella desea devorarme.
¿El cálido manto de la muerte podrá salvarme?

Estoy rodeado, encerrado en una pequeña habitación, ellos me buscan y ansían atraparme, saben donde estoy, pero no entrarán. Su paciencia es infinita. Surgieron de la nada y a ella pretenden arrastrarme. Sus voces son un sonido que se mueve a través de la ilusión y las abstracciones.
Ríen y se burlan, sus risas parecen agudas y arrastradas. Aunque creo que soy yo quien ríe, arrastrando mi voz histéricamente, con una serie de ruidos guturales que saltan a desesperados llantos agudos.
No me atrevo siquiera a dar un vistazo tras la ventana, tocar la cadena que abre la persiana me provoca horror. Todos afuera son Vacíos y todo está vacío.
La primera, y última, vez que me asomé, sólo vi negro. Nada había en el exterior, nada en absoluto.. El mundo que alguna vez había sido, que había estado, ya no podía ser ni estar. No había gente, ni edificios, ni siquiera tierra que los sostuviera ¿Cómo no se había derrumbado la habitación me hallaba? Es probable que tampoco había gravedad. Por tanto no había estrellas en el cielo ni nubes que impidieran verlas, no había sol ni luna, ni Vía Láctea. Faltaba la luz, y la oscuridad no parecía tal, no parecía nada. Esfumadas estaban la idea y la materia. No había nada.
Aún así escuchaba a los Vacíos.
Fue sorprendente lo rápido que los Vacíos se expandieron, primero se volvieron todas las personas, después se volvieron todo lo que había.  Recuerdo correr por las calles pidiendo ayuda, pero nadie podía escucharme. En cuanto encontré me encontré con un grupo de personas, ya no eran personas. No podré olvidar esas sonrisas, abrían su boca hasta el máximo, como si quisieran mostrar todos los dientes para la mayor de las sonrisas, pero no había dientes, no había nada , sólo una expresión retorcida y espantosa. Vacío en la sonrisa vacío en la mirada.
Escapé hasta mi departamento y me encerré en mi habitación. Aseguré las puertas del departamento y todas las ventanas. Llevé la mayor cantidad posible de comida a mi cuarto, por si acaso. El baño estaba conectado a mi lugar seguro. Estaba preparado para resistir el tiempo necesario, esos seres serían detenidos eventualmente, y si no, por lo menos podría planear como permanecer vivo. Más no fue así, nada fue como debió haber sido. Aunque parece que ya nada será de ninguna manera.
El primero que vi pasó desapercibido, vi sus ojos con horror, o mejor dicho la carencia de ellos. Mientras una bandada de cuervos invadía la calle volando y graznando. Uno de los animales se acercó a mí, y al momento el Vacío comenzó con un discurso que blasfemaba contra toda la existencia. Su voz se incrustaba en mi ser.
La multitud escuchaba absorta. Por mi parte, estaba paralizado. No fue hasta que un instinto de supervivencia, o quizá un conocimiento ominoso en subconsciente, me impulsó a huir ¿Cómo se dio esto?  Uno de los cuervos se posó en mi hombro y me miró. Su rostro era igual al del sujeto, también estaba vacío.
Ahí comenzó mi escape.
Al final estoy encerrado. No creo sobrevivir, si escapo a través de la muerte seré afortunado. Pienso en la forma de matarme, no me queda más que mis sábanas para ahorcarme, un poco de comida para asfixiarme, y los vidrios del espejo del baño como último recurso. Mi última esperanza está en la muerte. Sin embargo puede que no sirva, después de todo dejé de sentir mi ojo izquierdo, y al verme al espejo noté el creciente vacío.
Antonio Arjona Huelgas
30 de Octubre del 2016

domingo, 23 de octubre de 2016

Matando gatos



Hay historias raras, incomprensibles en casi todos sus detalles, tal podría ser el caso de la masacre de gatos en el pueblo de Noctaterra. Pocos registros quedan de lo que estaba ocurriendo ahí, y ni hablar de las fuentes orales ¡Cuánto desconocemos de esa noche del 23 de Octubre! ¿Quién o quiénes habrán sido los responsables?

Dentro de lo que se sabe, los lugareños rumoraban que los gatos emprendían travesías nocturnas al centro del pueblo todas las noches. El diario de una mujer anciana brinda un testimonio bastante extravagante sobre el asunto:

“Mi gato sale todas las noches, ya entrada la madrugada, siempre a la misma hora. Parecía normal, pero un día me asomé por la ventana para ver dónde iba mi Chiquito ¡Y Santo Dios! Como veinte gatos caminando por la calle, como si fueran una manada o una cosa así. Tras de ellos iba una fila muy larga de gatos, cada uno detrás de otro, cada 5 metros uno de ellos. Me quedé la noche en , hasta el regreso de Chiquito al amanecer

No es la única referencia, ni mucho menos la más extraña. Un chico que escapó de su casa dos noches antes de la masacre, y salió de la ciudad para nunca regresar, narró lo visto alrededor del pueblo la noche de la huida:

“Salí con mucha prisa y sin hacer ruido. Creía que lo peor que me podría pasar, si algo así ocurría temía lo que mi padre me haría... me habría quemado con aquel fierro, y lo habría hecho en mi cara para que nunca tratara de escapar otra vez. Pero cuando vi a los gatos danzar en círculos en torno a la rotonda, miles de ellos, ronroneando y maullando de una forma que nunca en mi vida había escuchado. Otros avanzaban en espiral y no se detenían ¿Cómo era posible? ¿Hacia donde seguían avanzando tras llegar al centro de la rotonda? ¿Cómo podían ser tantos?"

Más adelante, el chico describiría otro aspecto clave para la investigación del extraño síndrome que afectó a los felinos, y que posiblemente también a los humanos. En caso contrario podría tratarse de un desvarío causado por la histeria, o por el evidente trauma psicológico al que enfrentaba el sujeto:

Quise salir de ahí lo antes posible, y, si era capaz de ello, encontrar un camino que permitiera no cruzarme con alguno de los múltiples caminos de la posesión gatuna. Me alejé de la rotonda y encontré  ruta por calle San Antonio, libre y que conectaba con Avenida Libertadores, siendo esta última la que daba a una de las salidas del pueblo. Lo mejor es que era un camino tan evidente para casi todos, que nadie habría sospechado que alguien en pos de huir tomará esa ruta. Cuánto me arrepentiría. (...) tras avanzar cuatro cuadras, y ya a sólo tres mas para llegar a la Avenida Libertadores, todavía oía los maullidos de los gatos, a los que ya me había acostumbrado un poco, pude divisar siluetas a lo lejos. Supuse que eran de los gatos, aunque su tamaño era casi el de una persona. Estaba aterrado. Logré tranquilizarme gracias a la idea de que tales visiones fueran a causa de ilusiones ópticas causadas por el ángulo y la distancia, sumados al miedo que sentía. Avancé hasta Avenida Constitución, a una esquina de Libertadores, cuando comencé a sentirme observado, al instante apreté el paso. A la mitad de la distancia entre avenidas, pude captar el sonido de algo que caminaba de forma rápida y constante, parecía que se arrastraba. Apreté aún más el paso. Estaba en la esquina, girando a Libertadores, en ese momento todo se oscureció. Quedé ciego, pensando que me habían atrapado, o que me había desnatado, pero no era así, lo noté en cuanto vi los pequeños brillos en medio de las tinieblas, pares de ellas que me rodeaban por todas partes, y las veía en cualquier dirección a la que volteara. Eran ojos. Cientos de miradas. Por arriba, por abajo, a todo mi alrededor (...) Nada emitía ruidos, pero y por más que gritaba, por más que intentaba escapar, todavía me veían, todos ellos”

El resto de la declaración no ayuda a esclarecer los hechos. Aún así sintetizamos la parte más coherente del testimonio, puesto que en muchas ocasiones la información era inentendible o el documento estaba plenamente dañado. Pese a la relativa actualidad del hecho para una investigación de corte histórico, alrededor de quince años, el hombre que alguna vez fue ese niño se ha negado a platicar otra vez de lo que vivió.

De lo que pasó los días que le siguieron a este testimonio la información es poca. Otro testimonio viene de un hombre que dejó el pueblo el mismo día en que ocurrió la matanza de gatos:

“En la mañana del 23 de Octubre, muy temprano como a las 6 o 6 y media, desperté y vi a mi mujer asomada a la ventana, tan quieta que parecía sólo una parte del ambiente, como un mueble o un árbol, también me hizo pensar en un cadáver. Me preocupo un poco verla tan absorta, por lo que me acerqué para ver que tenía. Un rápido vistazo fue suficiente para saber que la tenía hipnotizada: en el jardín y por la calle un bosque de gatos empalados se extendía por lo menos hasta donde el ángulo nos permitía ver".

Posteriormente el hombre pasaría a describir cómo fue su camino por el pueblo, así como el debate con su esposa, previo a la decisión de salir. El consuelo para el susodicho fue el de hallar a varios de sus vecinos, sanos y salvos, haciendo lo mismo que el. Entonces descubrieron que todo el pueblo estaba adornado de forma macabra con cadáveres de gatos colocados en estacas de entre medio metro y hasta tres, según el caso. Como era de esperarse, todos y cada uno de los propietarios de estas mascotas buscaban a sus mininos a lo largo del sangriento bosque. Aunque ninguno fue capaz de hallarlos, puesto que gran parte de los animales estaban heridos al punto de ser irreconocibles, o en algunos casos desollados. No conforme, ninguno tenía collar. Si en vida lo habían hecho, es probable que los perpetradores se los hubieran retirado.

Las personas se organizaron con rapidez para establecer un plan en el que basarse para actuar. No tardaron en aparecer quienes aseguraban que se trataba de un acto demoníaco, o que era parte de una maquiavélica conspiración, o incluso que todo era una especie de engaño muy bien planeado, o un sueño. A su vez, la paranoia se disparó, y la gente comenzó a gritar que todos estaban condenados, que era una funesta señal, el fin del mundo. Y no estaban tan equivocados.

Las palabras del hombre son ambiguas, poco reveladoras, y aún menos esperanzadoras:

“No creía en esa clase de cosas de maldiciones o conspiraciones, pero tuve una sensación de peligro desde el momento en que desperté hasta conseguir alejarme lo suficiente de ahí”.

Ese mismo día cerca de trescientas personas, de una población de veinte mil, dejaron el lugar para jamás regresar.

No se sabe que ocurrió esa noche, ni se tienen hipótesis que resulten suficientemente coherentes, para un evento de tal magnitud, y que ha pasado desapercibido, por sorprendente que parezca. Sólo se sabe que para el día siguiente, la población de Noctaterra se reportaba desaparecida por completo, y para la semana esto se confirmaba.

Más impactante aún es la falta de consideración por parte del resto del mundo. Nadie volvió a saber que le pasó a los habitantes de Noctaterra, los sobrevivientes nunca quisieron saber más del asunto, y el resto de la humanidad se mostró indiferente. Quienes tenían familiares entre los desaparecidos, aseguraron tener pesadillas durante un mes antes y otro después del acontecimiento. Los gobiernos e institutos negaron estar involucrados, pero tampoco ayudaron a resolver el misterio. Todo organismo, todo posible medio de apoyo, se mantuvo física y jurídicamente alejado de Noctaterra.

Algunos de los pocos que aportaron declaración aseguraron que soñaban de forma cotidiana con maullidos y gritos, con felinos desollados y con malévolas miradas que reían desde la oscuridad. Sonrisas desquiciadas y vacías.

Mientras tanto Noctaterra se mantiene abandonada, poblada por recuerdos que nadie quiere recordar. Sus calles, cubiertas por los cuerpos de miles de animales torturados y sacrificados en una ceremonia sin nombre, su número supera por centenas al que se supone que debió haber ahí. Noctaterra es la memoria del horror que, por más que alguno tratemos de rescatar, se acerca sin remedio hacia el olvido. La nada ríe con locura desde su trono, en un castillo rodeado por negros fierros por los que todavía corre sangre.


Antonio Arjona Huelgas
23 de Octubre del 2016

sábado, 8 de octubre de 2016

Cinema Fantasía


Cientos de parejas, de viejos y jóvenes, de niños y grandes, de hombres y mujeres, todos reunidos en un mismo lugar, con distintos intereses e intenciones personales, con un solo objetivo común: el inicio de la función. Cinema Fantasía, un lugar peculiar, formado por cientos de salas, una tras otra, a la entrada hay un letrero anuncia: “SE PROYECTAN HECHOS, RECUERDOS Y VIVENCIAS”. Y a la entrada un local de café atendido siempre por el mismo anciano. Veo a dos jóvenes abrazados, y sentados sobre un sillón de oscuro color. Frente a ellos, alrededor de una pequeña mesa hay dos ancianos hablando de los nuevos, viejos y próximos días felices, de las tecnologías  del siglo XX y del XXI, de los cambios que los tocó vivir y los que habrían de venir. En el centro del establecimiento, una joven con una mirada de inusual belleza está sentada al costado de un chico con lentes de amplias monturas, hablan y hablan pero parece que sus ideas no conectan, por más que los miro no encuentro  el motivo por el decidieron pasar este rato juntos; la joven me mira en ocasiones como si me tratase de un viejo amigo, en otras como un interlocutor mucho más interesante que su acompañante, y en otras como un posible amante- quizá esta especulación sea exagerada, pero si estuvieran en mi lugar no creo que lo pensaran de semejante manera. Dos duplos, uno de hombres y otro de mujeres, se miran con cariño, los primeros hablan de tonterías y se acarician las manos constantemente, mientras las segundas ríen y se besan cada tanto. Con el tiempo muchas de estas personas dejan el sitio y son remplazadas por otras. Aún así me siento raro al estar sin compañía en esta locación. Supongo que hay suficientes funciones para que una nueva empiece a cada minuto, pese a ser tan largas. No suelo asistir a ellas, pero la última vez que lo hice la cinta duró casi 23 días, supongo que para los locales ha de ser natural esta clase de eventos.

Una docena de horas han pasado y no puedo figurarme cómo quienes viven por estos alrededores perciben este singular transcurrir. Estos sitios son curiosos, extraños en demasía. Mis ojos se volvieron a cruzar con los de la joven de hace un rato, de forma evidente, su acompañante me miró incómodo, molesto, con rapidez volví la mirada a la máquina de escribir y me concentré en las notas de Chopin. No sé si tienen la capacidad de ver mi herramienta de trabajo, espero que no. Sería extraño asistir con algo así al cine. Sin embargo no creo ser juzgado por ello en este lugar.

Al momento de hacer las debidas correcciones ¿Daré prioridad a la redacción o a la licencia poética? Supongo que lo pensaré cuando esté fuera de aquí.

Algo me dice que tendría que abstenerme de venir, en teoría este lugar no es para alguien como yo. Ahora no sirve pensar en eso, lo haré más tarde al estar de vuelta en mi casa. Sin embargo, no me puedo permitir olvidar que hago aquí ni la naturaleza de donde me encuentro, después de todo, como mi abuela me dijo la primera vez que visité estas inmediaciones: “No debes frecuentar los terrenos de los muertos”.





Áureo Boix

8 de octubre de 2016


domingo, 25 de septiembre de 2016

Áurica, primera rapsodia

Bendito y secreto sea nuestro milagro, sublime verdad,  fragmento del Flujo. Canten  mi nombre, oh todas las musas, que yo, el del Brillo áureo las invoca, bríndenme la pluma de plata y la gracia del olvido, para contar una historia pretérita, jamás narrada, pero intentada cantar en miles de ocasiones. La historia del portador del lucero, individuo de múltiples virtudes, que, perdido en los espacios detrás de la vida, clavado por las estacas del No ser, vio incontables vidas e incontables muertes, y sintió el vacío, la desesperanza y la melancolía, en la noche sin tiempo. Mas un día decidió liberarse.
Y en cuanto salió de su cárcel, no tardaron en aparecer los Titanes: cientos de miles de criaturas poderosas como dioses y enormes como las más altas montañas. Eran sombras del caos, de un pasado tenebroso, colosos imbatibles. Pero eran los rivales del Portador, y debía enfrentarlos con todos sus recursos para arrancar con éxito la oscuridad de la tierra del sol poniente. Corrió y saltó, arrojando contra los colosos la primera estaca del No ser, una de las tantas que lo había mantenido cautivo: un golpe certero. Al momento comenzó a escalar la piel y el pelo a los pies del líder del ejército enemigo. Los obstáculos eran grandes, al tiempo que la Bestia se agitaba e intentaba golpear con fuerza a su atacante, y rugía y arrasaba la tierra con sus desesperados pasos. Así, entre saltos y gritos, el Portador  no tardó en hacerse con la cima, sostuvo con fuerza a su presa y clavó en ella otra de las estacas. Del cuerpo salió un sol y una luna que, fundidas con una de las costillas de la gigantesca encarnación de la ira, brotó la Llave del Portador. Entonces, fue encontrada la Espada Revelación.
Al ver caer a su señor, los Titanes arrojaron relámpagos y tempestades contra el Portador, así como olas de fuego y aguas mortales, inclusive montañas. Aunque ninguna tendría éxito ante la Espada Revelación.
El Portador atajó todas y cada una de las amenazas, y en cuanto sus adversarios se vieron obligados a enfrentar al Portador con sus propias manos, sus espadas y mazos se vieron contra la fuerza del individuo de múltiples virtudes. Los impactos resonaron por la eternidad, cada uno de ellos , y cada Titán que caía vencido aparentaban el derrumbe de mundos enteros. Cuando la batalla terminó, el Portador avanzó entre infinidad de sierras, de inmensa altura y tan anchas como un continente, eran los cadáveres de los colosos.
De la gran batalla se recuerdan todas las hazañas y todas las victorias, que cambiaron el destino del mundo. Canten mi nombre e iluminen la historia que deseo contar, oh todas las musas.
Fin del primer canto.
Áureo Boix

domingo, 11 de septiembre de 2016

El Caballero y el destino




Un caballero anciano se arrastraba a los pies de unas enormes puertas de color negro, sostenidas por gigantescas reproducciones de alguna deidad proveniente de periodos arcaicos, enormes moles de piedra, mudas como la muerte, perfecta compañía para el tono grisáceo del ambiente. El olor a tumbas en el punto cero del tiempo, era el aroma del vacío y la soledad absoluta, contrastando con las remembranzas del melancólico viajero. Reminiscencias de una vida pérdida eran ahora una espantosa certeza de lo inevitable para el mundo. Sin embargo, tras el umbral estaba la verdad y el destino anhelado. Más no abriría a menos que la certeza fuera clara y el milagro perfecto. Así, el caballero, encendido por un furor en su alma gritó a los guardianes:

“Casi arrepentido de quien soy, con un deseo demasiado grande como para poder realizarse, al menos siendo yo, me entristece vivir en el pesar y la incertidumbre, y no parce haber un verbo con la fuerza para sacar la emoción que hierve desde lo más profundo de mí. El rechazo y el menos precio parecen ser monedas corrientes en mi devenir, mientras que el porvenir me es extraño y receloso. Ya no en que o en quien puedo confiar, ni siquiera en mí mismo. Me atrevo a maldecir a cualquiera que pueda tener responsabilidad en esto, no me importa de quien se pueda tratar. Mi espada está oxidada y carga con el peso de las horas olvidadas; no debería estar cargando tal maldición, pero la hace puesto que se aferra a un sitio al que alguna vez perteneció, mas no puede parar el flujo de las cosas, es horrible pensar que su caso es tan triste como el mío. Estoy perdido.

Una voz me consuela, es un poco infantil, pero dulce, refrescante, suave bondadosa, quizá pertenezca a una niña. Busca el perdón por algo, y se lo quiero dar, mas no sé si sea el indicado, puesto que mis pecados han sido demasiado grandes. Me recuerda a una persona de mi pasado, pero no podría ser. Puesto que la dejé atrás hace mucho tiempo. Es probable que se trate de una memoria con la voluntad de vivir, de manifestarse ante mí, a causa de mi propio deseo ¿Será real? ¿Puedo hablar de lo real para este punto, instante de mi resolución definitiva? Ya ni sé quién soy, y con dificultad puedo responder esa pregunta al hablar de los demás ¿Han visto mi sangre y mis lágrimas? ¿Crueles colosos? ¿Me darán la bienvenida al olvido? ¿O se abstendrán de contestarme?

            Parece que no soy digno de recibir aquello por lo que he sacrificado tanto ¿Estoy equivocado? ¿Cometí un error en venir? ¿Me dejarán tirado en este campo cubierto de niebla, entre las tumbas de lo que hemos sido, en cenizas y tierra muerta? ¿Son capaces de oír mis súplicas, mudos engendros? Conozco las profecías en torno a mi cruzada, y sé del riesgo que para muchos representa mi decisión, aunque saben bien que el daño está hecho ¡Nada cambiará eso! Y bien sabe que yo perdí mucho más de lo que hice a otros perder. Más ya nada importa, pues me niegan una vez más la liberación. Si las Moiras han dictaminado sentencia al menos déjenme fallecer ¡Arrojen el fuego de los dioses contra mí! Ya no tengo defensa alguna, ya ni siquiera me quedan lágrimas que derramar que puedan apagar las llamas ¡Se los imploro! ¡Pido su piedad! No ¡La exijo! Haciéndolo en consecuencia del justo derecho que he ganado ¡Ah! Pero eso no les importa ¿verdad? Seguro esperan que observe hasta el final de los tiempos la meta que nunca pude alcanzar, que me mantenga tumbado eternamente frente a las puertas del más allá ¡Ja! Malditos sean ¡Me río! ¡Me río de mi tragedia y de la suerte que sobre ustedes ha caído! Manteniendo por siempre cerradas las puertas de algo a lo que nunca accederán ¡Je! Qué ironía la nuestra caballeros ¡Me burlo en sus caras y les escupo! ¡Miserables!”

            El caballero permaneció tumbado, observando con lágrimas de ira a los ángeles del deseo, impíos y crueles ante las voluntades humanas. Desde el fondo entre la niebla surgían unas figuras oscuras y encorvadas, grandes como montañas, apoyándose sobre unos titánicos sables. Esperaban la respuesta de los guardianes, ansiaban que la puerta al fin se abriera y al fin pudieran ser libres. Al ver esto el anciano viajero, recordó las miles de voces perdidas a causa de su misión, y supo de su responsabilidad, recuperando su fe. Se levantó, ayudándose de su espada y poniéndola en lo alto al terminar, una solemnidad y energía habían regresado tras mucho tiempo de lucha. He hizo una última afirmación:

            “Tengo de vuelta mis fuerzas, y sé de mi responsabilidad. De nada serán capaces para frenarme. Con mi Arcana, la espada de la redención absoluta, los enfrentaré y conseguiré abrir el bendito umbral. Así pierda el poder que recién he recuperado, se rompa mi cuerpo, mis brazos se deshagan, o muera en el intento ¡Yo venceré!”

            Así el guerrero corrió a enfrentarse a los monstruosos seres, grandes cual montaña, que custodiaban el secreto. Con cada paso el mundo retumbaba, los gigantes miraban con atención los actos finales del hombre que tal vez podría liberarlos. Arcana aulló al atravesar el viento, como alguna vez lo había hecho al ser una espada joven, cuando los días eran bellos y las noches tenían sentido, cuando su metal rugía en legendarias batallas y el honor marcaba sus actos en lugar de la desesperación. En ese instante, el anciano y Arcana fueron tan grandes como el infinito. Entonces golpearon las puertas.

            El caballero cayó al suelo con los brazos rotos, Arcana se hizo añicos al contacto. El silencio dominó la tierra ante el suspenso en la realidad. Los representantes de los sueños de todos los mortales se derrumbaron ante la meta que debían alcanzar. Ambos perecieron en ese lugar. Esa fue la conclusión.

            Los gigantes vieron con inimaginable pesar la derrota del último hombre frente al destino. La eternidad era mezquina para todos, la verdad estaba acompañada de pesadumbre. Más hubo satisfacción, las Benévolas habían escuchado al caballero, dándole final ante las puertas del infinito, a él y a su espada, Arcana. Ningún testigo pudo llorar, aunque todos sintieron la pena más profunda; todos mostraron rostros inexpresivos, más en sus corazones sintieron regocijo ante el perdón otorgado al caído. El término parecía oscuro, pero una luz brotó en las tinieblas. Parecía trágico y a su vez satisfactorio. Los presentes dieron gracias.

            Entonces, tras la niebla, surgió una luz. En ese momento las puertas comenzaron a vibrar.



            Áureo Boix

11 de Septiembre del 2016

lunes, 22 de agosto de 2016

Eterno retorno


7 luces en el umbral del bosque de los recuerdos, una voz en el claro la imaginación. La totalidad de mi ser se arremolina en torno a una sustancia desconocido, la tela del más allá que se entreteje sobre los límites de la realidad. Sueños vagos e imágenes confusas que se mezclan como las ramas del Único, siendo verdades que apenas son un reflejo de la esencia última. Siento miedo ¡Oh que terrible es lo inevitable!

Mi resistencia es inútil ante la luz del horizonte, ansío tomar entre mis manos al infinito, pero sé que seré lanzado a un sin sentido.

Algo me jala hacia el lucero, y siento ira por saber lo que pasará.

Imagino la enorme figura que me levantará en su inmisericorde mano, en plena confusión, llorando por un trauma al que no le hallaré motivo, golpeado con un dolor que no podré entender, perdido en un mundo que sin objeto ni sentido. Aunque el olvido se cierne sobre mi con misericordia, para dentro de poco no saber que era lo que ahora soy, de percibirme queriendo ser lo que nunca he sido, y no saber que he dejado de ser lo que siempre seré.


Antonio Arjona Huelgas
22 de Agosto del 2016

Cabañas de San Juan

Los confines del bosque de San Juan están repletos de cabañas que pertenecieron a los  antiguos pobladores de la región. Sin embargo, poco conocemos de estos personajes, puesto que desaparecieron antes de la llegada del hombre europeo. Pero de alguna forma sus vestigios siguen en pie , y entre estos el más extraño es el arquitectónico. Largas filas de cabañas triangulares en espiral, conformando el conjunto más enigmático, aumentado por el orden descendente de las mismas, gracias a la orografía de los bosques de San Juan. Dicha forma circundante termina en una pequeña cascada, adornada con flores blancas, violetas y rojas,  y no se ha podido confirmar la presencia de vegetación acuífera. Bastante curioso, sin lugar a dudas.

Antiguos códices describen la leyenda de una deidad proveniente de la cascada. Con el fin de obtener bendiciones, clima estable, salud y redención,  un infante era sacrificado cada temporada de lluvias. Es asociado con los llamados Tlalocs, o con los Chacs, deidades lacustres que concedían sabiduría a cambio de la ofrenda de infantes. En el caso del bosque de San Juan, los niños eran desollados y lanzados al agua. Pese a que algunos piensan que los pequeños yacían muertos, en ocasiones eran conscientes del sufrimiento hasta el punto en que morían ahogados. Algo bastante triste.

La posición de algunos antropólogos y científicos sociales era la del respeto a las viejas tradiciones de las culturas autóctonas; mientras otros creían que semejantes costumbres debían desaparecer. Aunque en el particular caso de San José, la práctica del antiguo ritual horrorizaba y generaba desaprobación entre unos y otros. Y aún así, cada inicio de temporada de lluvias conlleva la inminente aparición del cadáver de un niño desollado.

Volviendo al caso de las cabañas convergentes a la cascada, son resguardadas por una serie de bardas alambradas y un equipo bastante activo de policías y guardabosques. Aún así,  los curiosos por los temas paranormales logran introducirse, con el fin de acercarse a la misteriosa cascada, e incluso deciden pasar la noche en alguna de las construcciones. El índice de desapariciones entre estos es de alrededor del 70% del total, tres cuartas partes de estos nunca se les vuelve a encontrar, mientras que el resto son encontrados muertos. El otro 30% afirma haber visto a niños corriendo por los bosques a distintas horas, sufrido desmayos repentinos, ser acosados por sombras risueñas cual hienas, e incluso en algunos casos olvidando lo vivido en esos rumbos.

Entre los muertos, más de la mitad han sido encontrados desollados, mientras que el resto ahogados. Todos sumergidos bajo la cascada. Lo más curiosos, es que en los primeros días de la temporada de lluvias, los cadáveres correspondientes estaban desollados, aunque la causa de muerte fue el ahogamiento.

El pueblo conlindante al bosque está repleto de campesinos, ex oficiales, anticuarios y algunas parejas de ancianos dedicados a disfrutar de su retiro. Ninguno osa acercarse al bosque.

Es irónico decir que hay quienes se apropiaron de ciertos terrenos, con el fin de remodelar las construcciones y con ello hacer una fortuna en ventas a particulares y renta a turistas. Hace poco se abrió el negocio, y parece ser que hay un amplio flujo de visitantes, esperemos que ninguno decida seguir el camino de cabañas que descienden en espiral.



Antonio Arjona Huelgas
21 de Agosto de 2016

sábado, 16 de julio de 2016

El rey de la velocidad


Recorriendo los 18 caminos rumbo a Aldebarán, persiguiendo el principio y el final del camino de una sola vez. El término y el comienzo, el presente y los cambios, las causas y consecuencias, no serían para mí más que una constante. Vuelo, corro, me muevo en dirección hacia la nada; no hay destino ni ruta fija. Acelero, doy cinco giros alrededor de la luna, me dirijo en ascenso hacia el sol, corro sobre los mares, atravieso los obstáculos como si no existieran, voy tan rápido como el infinito, superando al plus ultra, a mi alrededor una explosión da lugar al universo y el mismo es devorado en su propia expansión. A su vez, me aparto de este, saltando por encima de otros miles de millones, semejantes al primero. En conjunto formaban un ser absoluto, siendo cada cosmos un átomo de este. Sin embargo, el era  sólo un átomo de algo mayor. Trepé por la vastedad sin límite, a espaldas del mayor de los corceles. Y  siempre corro, vuelo a cada momento, más allá del momento en sí, porque por más que lo haga, siempre hay algo más allá.

Antonio Arjona Huelgas

jueves, 7 de julio de 2016

INSTANTE Y COINCIDENCIA




Ella se fue alejando por el largo de la calle, con un veloz caminar. Su roja cabellera ondeaba ante el viento tal fuego. El uno la miraba curioso; casi maldijo la lentitud del vehículo causada por el atolladero de automóviles, que llegaba al punto en que un peatón superaba su avance con facilidad.

-Tu mirada es la de un perro mal alimentado-. Se apresuró a decir el otro.- Te creerán acosador. No mucho te falta.

El uno hizo caso omiso. Pensaba ¿Sería posible que fuera ella? Estaba seguro que no, ella se había ido para no volver.

La respuesta del uno, sin palabras, fue definitiva.

El otro continuó.

-Lo único que harás es mirarla desde la distancia. Eres extraño, ni siquiera pretendes acercártele ¿Tienes miedo? ¡Oh, ya entiendo! ¡El parecido es mucho! Pero al no ser aquella que se fue, te sientes decepcionado, y tienes razón en estarlo.

El otro se detuvo, al ver la falta de efecto en sus palabras. Aunque siguió después de un momento.

-     No es ella, eso es imposible ¿Piensas salir sólo para ver de quién se trata? ¡Qué ridículo! ¡Ja! Y no lo harás, pese a que desees hacerlo-. El otro se burló del uno.- ¿A qué le temes? ¿Quién se irá a morir acaso?

-     Las posibilidades.



COINCIDENCIA



¿Quién era ella? ¿Quién había sido aquella? ¿Había una relación entre ambas o era una sencilla coincidencia? En este caso tenemos una serie de hechos conocidos, sucesos o aspectos tomados como ciertos, verdades con un aparente valor absoluto, al menos a falta de un algo comprobable que pueda refutar lo sabido. Habremos de llamar a estos axiomas.

   En el caso del uno y el otro en el instante, tenemos los siguientes axiomas:

1.   Hay dos personajes conocidos, el uno y el otro.

2.  Ambos discuten acerca de algo que mira con atención el uno, mientras el otro sabe lo que el uno hace.

3.  El otro se ve afectado por el uno. Le reclama, le discute, se burla. Sus intenciones son inciertas.

4.  Hay un vehículo, detenido sin más, o por lo menos moviéndose a una velocidad muy baja.

5.  Hay una chica que camina por la calle con aparente prisa, es posible que tenga algo importante que hacer.

6.  Hubo otra chica, en algún punto pretérito, quizá hipotético, a la que el uno y el otro conocieron o creyeron conocer. Por algún motivo esta no puede estar en el presente, de forma tajante.

7.  Ambas chicas tienen similitudes físicas extraordinarias. Incluso el uno piensa que la mujer que ve desde el vehículo podría ser la misma que conoció en algún momento. Esto contradice la imposibilidad previamente planteada. Sin embargo, no excluyo este detalle del axioma anterior a causa del posible deseo exacerbado y de carácter idealista del uno.

¿Qué tengo que ver yo en todo esto? Mi relación con el uno y con el otro es bastante estrecha ¿Quién soy yo? Yo soy, y también no soy. En mi está lo posible, soy lo que puede ser, más no es. Soy la posible síntesis de una dialéctica compleja y cotidiana. Hay uno u otro más similar a mí, lo que debe ser es el, más nunca podrá ser. No habla este personaje, a causa de carecer de voz y voto, y aunque los tuviera no hablaría, en el hay muchísimo resentimiento. Él es lo que debe ser, y nunca podrá ser; yo soy lo que no es, pero que siempre podrá ser. No puedo ser algo definido, debido a que el carácter de mi ser carece de forma, es el conjunto de las posibilidades.

El uno parece tener temor de la concretización de los hechos, y por consiguiente de la mía, puesto que teme la exclusión de las posibilidades. Piénsenlo, si mi ser, o las situaciones, toma una forma determinada con base en el alcance de un cierto evento, todo lo que podría haber sido cerrará en torno su propia imposibilidad nacida de la exclusión de los acontecimientos previamente posibles, y quizá concebidos.

Puedo comprender al uno, particularmente le tengo empatía, y mucha estima, entiendo que si la chica que observa con ansiedad resulta no ser aquella que ya no puede ser, ese uno u otro que se parece a mí perderá parte de sí, hasta cierto punto morirá. No conforme, yo me veré transformado de forma irrefrenable e irremediable. El caso contrario se puede considerar imposible, con base en lo admitido como cierto dentro de lo aceptado en una realidad como usualmente es considerada esta. Sin embargo, en este caso la opción cabe dentro de lo particularmente real del asunto. Por tanto, ésta segunda opción representaría la felicidad absoluta del uno, pero con ello la pérdida de todas las posibilidades surgidas en caso de que la mujer se trate de otra persona a la esperada, y con ello de una homogenización de lo que puede llegar a ser. En todo caso, ambas opciones encuadrarían la realidad futura en su respectiva resolución. Mientras no haya resolución, yo carezco de forma, me mantengo como un hecho posible con base en una puesta en suspenso de la verdad. No me queda mucho que decir, no quiero hacerlo, dicha acción limitaría mis posibles eventualidades. Sin embargo, quiero poner algo en consideración, si yo me autonombro, me identifico y me concibo como algo definido, o en caso de no serlo ¿Existo? ¿Soy real acaso?



Antonio Arjona Huelgas

7 de julio de 2016


martes, 14 de junio de 2016

Yo soy Silbán


Estate atento cuando escuches un aleteo, no querrás llevarte una sorpresa. Aunque no podrías hacer nada para evitar tu destino, más vale la pena saber el momento de tu final. Escucharás el batir de mis alas quebrando el aire, oirás mi grito de dolor, y sabrás que no hay nada más allá de la nada. Yo soy esa nada. Tú podrás ver algo en mí, verás la forma de un ave negra, parecida a un cuervo, pero sólo es la ilusión que he decidido mostrarte. El mundo en el que vives es una mosca atrapada en una red invisible, y yo soy el arácnido que espera a devorarla.

No importa si soy el principio, ten por seguro que soy el final.

Comí las entrañas del Dios muerto, el Todo es para mí como el día que sucumbe cada jornada ante la oscuridad de la noche, y yo soy esa Oscuridad.

Si te crees capaz de escapar de mí: te reto a intentarlo. Tal vez deje que creas haberlo conseguido. Sentirás ese placer de haberte librado de las garras de la muerte, creerás que te has librado del vacío que te espera hasta en el último rincón del mundo, creerás en el sentido de tus actos, de la huida. Cuando menos lo esperes ahí estaré.

Escucha a tus miedos, no evites percatarte de la misteriosa sabiduría que ha roído el interior del cosmos. Conoce el símbolo arcano y tenle pavor, puesto que es la manifestación de mi esencia.

No esperes trascender, tales expectativas son ridículas cuando estás entre mis manos. Cuídate de mi voluntad, rézale a tantos dioses creas necesario, al final será a mí a quien ruegues.   

En el instante en que decida el devenir y el porvenir de tu existencia, regocíjate de volver a la nada de la que te he permitido surgir, después de todo serás incapaz de evitarlo, y más vale aceptar con dignidad la conclusión.

Me han llamado Silbán, y mi nombre es el Vacío al que toda existencia volverá.






      Antonio Arjona Huelgas

Ciudad de México

14 de Junio del 2016

jueves, 9 de junio de 2016

El Fin de la Historia


¿Es este el final? Es aquello que tanto ansiábamos encontrar ¡Tantos años de humanidad! La Ilustración, el progreso ¡Ciegas expectativas! Tanto capitalismo como comunismo nos fallaron, toda ideología posterior terminó igual, pero ¿Podríamos haber esperado algo más siendo nosotros sus creadores? Los humanos lucharon tantos años en contra de su propia condición, pelearon entre ellos por imponer el bien que ellos consideraron verdadero, se enfrentaron al destino, a sus dioses y sí mismos ¿Sirvió para algo? No, desde el principio era una riña inútil para evitar la nada a la que todos habrían de volver.

La ambición humana no sólo acaba con sus portadores, sino que se llevó con ella todo lo que había. Todos ellos se creyeron con derecho de imponerse sobre el mundo, hasta que sólo quedó un pequeño bastión de la propia humanidad. Nuestro hogar pereció, así como todos los sitios posteriores en los que los humanos decidieron poner un pie. Muerte y más muerte, a todo sitio a donde iban. Comienzo a pensar que esa fue siempre su finalidad. El universo se extinguió, y de estos desdichados persistió de forma única el Imperio de las Nubes, la última creación.

Sin embargo hoy está muerto. 

Un fallo terrible, una guerra interna. Los tripulantes del Imperio de las Nubes hicieron todo lo posible por evitar su final, pero fue imposible. El navío se precipitó al centro de la Totalidad, a la irremediable verdad del ser.  Conforme se acercaba, los sueños se quebraron al estrellarse contra la realidad, una sombra los envolvió, la Nada, que había sido en el origen del Todo, devoró lo único restante de los entes que habían encarnado su contradicción. Cualquier inocente que haya estado en los momentos finales vio cómo sus esperanzas se perdían. La tristeza, el vacío, la melancolía, el llanto del ángel de la historia, arrastrado hacia su conclusión.

El Imperio de las Nubes ha encontrado su final.



Antonio Arjona Huelgas

Ciudad de México
9 de junio de 2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

Lo inminente


“¡Cañones! ¡Cañones!” gritaba alguien desde la torre de observación, antes de la desaparición de esta entre las llamas y la fuerza de las armas de conquista llevadas por los Emperadores.

“¡Protejan el muro! ¡El muro!“ La orden de nuestro general se perdía entre los alaridos de los heridos y el ruido de las paredes hechas añicos “¡Defiendan el… el… defiendan…” Al pobre hombre no le quedaban muchas lágrimas que derramar. La derrota era inminente. Si el sujeto sobrevivía, era probable que terminara sirviendo al enemigo, o hecho prisionero, como rehén, ejecutado, o tal vez esclavizado ¡Peor aún! Quizá fueran a torturarlo, llevarlo arrastrando como alguna vez había hecho Aquiles con el cadáver de su aguerrido rival Héctor. Era posible también que los soldados de los Emperadores tuvieran entre ellos a personajes perversos que, además de atormentarlo y darle muerte, acabarían con su honor, o con algo más, quizá con… ¡No, no, no! Pero, no era posible, o sí, inclusive… ¡No! ¡Qué horror! ¡Y qué crueles…! Cuán terribles métodos podían habitar en la mente de hombres a quienes se les temía por sus terribles tratos hacia los desafortunados sobrevivientes, a tal punto que la mayoría prefería suicidarse, incluso los más fieros ¿Tan horrorosas eran sus vilezas? ¿Sus actitudes y canalladas? ¿Sus violaciones?  ¡Por Dios cuanta maldad! ¡Qué infames debían ser esas tropas si se atrevían a cometer semejante injuria! Aunque eso no era lo peor. Nuestro general recién había sido nombrado en el cargo ¡Qué felicidad! ¡Qué dicha! ¡Cuánto honor! Subir poco a poco, de un simple soldado raso a un general. Este hombre recordaba como de niño le gustaba jugar con espadas, imaginando que dirigía de forma honorable, defendiendo con valor a su nación, a su rey, a su gente. Los sueños de un infante que confió demasiado en su patria, las esperanzas de un adulto que creía poder alcanzar el objeto de sus fantasías más profundas, la perdida de todo sentido para quien en un instante le habían vedado toda ilusión, siendo arrojado a una verdad cruda e innegable. Su cara, su expresión vacía, confundida, todo valor, toda emoción lo había abandonado. Nuestro general dio fin a su vida, arrojándose hacia el mar de llamas de lo que habían sido los muros de la fortaleza, alimentado por las almas de miles de muertos.

Entonces conocimos la derrota.

Para mí no hubo duda ¿Qué más  podía hacer? ¿Cómo salir vivo del infierno en la tierra? Escapar, abandonar a mis compañeros a su suerte ¡Si, eso debía hacer! Estaba seguro de que mis compañeros morirían, todos y cada uno ¡Pobre del que no!

Entre las llamas se abrió un hueco entre las fuerzas de los Emperadores y el bosque ¡Mi oportunidad, mi escape! Corrí fuera del campo de batalla, atravesando un pequeño flanco entre ambos frentes, una línea curveada entre dos masas enfrentadas, un dragón hecho de los cuerpos y voluntades sublimadas de cientos de miles de personas, su aliento era la lluvia de voces vacías, sus colmillos y garras estaban en los pelotones que conducían a semejante abominación al interior de nuestra ciudad. Su fuego era la infernal maquinaria del mundo moderno, monstruos de metal que se alimentaban de la sangre de los hombres.

Escapé. A duras penas, evadiendo por segundos un destino fatal. La muerte los esperaba, su manto había sido echado sobre un valle pintado de rojo.  Las Tres viejas de mirada implacable sostenían sus tijeras, más como espadas, cortando, sin pensar ni detenerse, los hilos de millares de destinos.

Así, como empezó terminó, ubicado en lo alto de un monte, observando una acéfala masa, indetenible como el actuar de la naturaleza. Avanzando de frente  hacia mí.

F I N



Antonio Arjona Huelgas

25 de mayo de 2016


domingo, 15 de mayo de 2016

La casa en el olvido



-¿Quién soy yo? ¿Cómo he llegado a este lugar? ¿Qué hice? ¿Por qué? Recuerdo una montaña, un valle y un arroyo. Mi nombre es… mi nombre es… No lo sé ¡Me duele! He olvidado todo ¿Qué hacía? Mi hija ¿Tengo hija? Se llama… la nombré como…no, no ¡No lo sé! No puedo saberlo ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy llorando? Tuve un hermano ¿o una hermana? ¿Quién era? ¿Quién es? ¿Dónde estoy? La niña ¿Dónde está la niña? No logro encontrarla. La ocultaron de mí, no me dejan verla ¿Por qué lo hacen? ¿Quiénes son ustedes? No puedo encontrar a mi niña en el sol ¿Por qué la busco en el sol? ¿Dónde está el sol? Son las tres de la tarde, pero es de noche. Juraría que me acabo de despertar ¡Maldición! Me desperté muy tarde, debo pasar por mi niña a la escuela…Esperen ¿a quién estoy buscando? ¿Por qué lo hago? ¿Dónde estoy? Eva, ya está aquí, no la veo pero la siento. Viene por mí ¿Por qué me hace esto? Quiere lo que mío ¿Qué pasa? ¿Quién es Eva? ¿Qué es lo que hace? ¡No puedo recordarlo! ¡No! ¡No! ¡No! No es posible, no puede ser ¿Qué me pasa? No me gusta llorar, no quiero hacerlo ¿Por qué lloro? ¿Qué estaba haciendo? Mi mamá… mi mamá… ¿Dónde está mi mamá? Me dejó ¿Me dejó? ¿No quiere estar conmigo? ¿Por qué no me quiere? ¡Quiero a mi mamá! ¡¿Dónde está?! ¡¿Por qué no la encuentro?! ¿A quién estoy buscando? ¿Por qué busco algo? ¿Qué estaba buscando? Tengo que ir al baño ¿Dónde está el baño? Esta no es mi casa ¿Qué hago aquí? Estoy perdida. Tengo que… tengo que… ¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué lloraba? ¿Quién es esa mujer? ¿Es  Mariana? ¿Es mi hija? ¿Si es ella? Quiero que me ayude, no encuentro mi casa, tengo que ir al baño ¡Marianita! ¡¿A dónde vas?! No me dejes sola ¡No me puedes dejar sola! ¡Por favor! ¡Por favor no! ¡No te vayas! Ya estás aquí ¡Ayúdame! No sé qué me está ¿Dónde estoy?
-Señora Méndez ¿Qué hace usted  sola en el pasillo? ¿Quiere ir al baño?-. dijo la enfermera, preocupada.
-Marianita ¿Eres tú? Hija, no sé dónde estoy. Tengo que ir al baño, quiero ir a mi casa.
-No se preocupe, la llevaré ahí, yo sé dónde estamos. Venga por aquí- así, la enfermera condujo con amabilidad a la señora Méndez hacia el baño, para después llevarla a la habitación designada.
-Marianita, te extrañaba tanto. Estaba llorando ¿Por qué lloraba? ¡Odio llorar!- la señora Méndez parecía un poco más tranquila. La enfermera Estefanía tendría  mucho más sencillo el trabajo de ese momento en adelante. Antes habían buscado a la señora Méndez durante casi una hora, el personal debió darse prisa para evitar que desapareciera. En caso de haberlo hecho, no, habrían tenido problemas con demandas directas, puesto que no le quedaban familiares vivos. Sin embargo, muchos miembros del personal se habrían entristecido en extremo, incluyendo a Estefanía, ya que la señora Méndez era muy querida en el asilo.
El problema de la señora Méndez se agravó a causa de la muerte de su hija en un asalto, ahí mismo murió el esposo de esta. No dejaron nietos, cosa que quizá pudo haber ayudado a la señora Méndez, pero la  suerte nunca le sonrió.  Su marido había muerto casi diez años antes, por un derrame cerebral. Algunos hermanos seguían vivos, aunque pasaban por situaciones semejantes.
La señora Méndez salió del baño.
-Lucía ¡¿Dónde estoy!? ¿Qué hacemos aquí?
-No te preocupes, te llevaré a tu habitación, todo estará bien-. Estefanía estaba un poco triste, le había tomado cariño a la señora y le dolía verla así.
- ¿Me llevarás a la casa en la colina? ¿Te acuerdas? Esa a la que íbamos cuando niñas, donde jugábamos por horas ¿Recuerdas Lucy?-. La señora Méndez sonreía, emocionada.
- Si, te llevaré ahí mañana. Acompáñame, vamos a tu cuarto.
-Está bien ¡Oh Lucy no puedo esperar! Quiero ver esa casa antes de olvidarla-. Al decir esto, una lágrima brotó por su mejilla.
Llegaron a la morada de la señora Méndez. Estefanía le ayudó a colocarse en la cama y la arropó. Antes de que saliera de ahí, dejando dormir a la señora, la conocida voz le llamó:
-Muy buenas noches hija ¡Te quiero mucho!- la señora Méndez se había alegrado.
-Yo igual- dijo Estefanía, sabiendo que esa mujer no era su madre, siguiendo el juego para no destrozar más su dañada cordura. Al final del día, Estefanía retornó a su casa, nostálgica, pensando en la señora Méndez, confiando su cuidado a los médicos del turno de medianoche.
Las luces se apagaron en el asilo. Todos los pacientes durmieron en paz. Esa noche la señora Méndez soñó que volvía a la casa de la colina, donde la esperaban su hija y su hermana, felices con su regreso. Una luz resplandecía en lo alto, el bello campo de verdes pastos y frondosos árboles daban una sensación de paz. Los latidos se detuvieron poco a poco, hasta que cesar por siempre su ritmo.
La señora Méndez al fin llegó a la casa en lo alto de la colina.



FIN




Antonio Arjona Huelgas

Ciudad de México

15 de mayo de 2016

sábado, 30 de abril de 2016

El mundo de los sueños I


El Señor de los sueños



Las situaciones me han llevado a saber que soy el ego de mi propio ser. Hay algo que tengo la necesidad de relatar, un hecho particular, al que no le tengo mucho afecto, mas estoy obligado a remitirme a él.

            El estado onírico es muy curioso, en mi caso puedo identificar que estoy soñando por medio del tacto, debido a que no soy capaz de sentir el toque directo, de modo que, al tocar mi cara no soy capaz de percibir el golpe o caricia. En estos casos he logrado mantener mi sentido del tacto activo, lo que me lleva a mantenerme consciente de mi cuerpo recostado, de la superficie sobre la que se encuentra, de lo que hay sobre él. También podía tener una cierta omnisciencia dentro del mundo proyectado por mi mente, limitada al conocimiento que pueda llegar a tener de mi propio estado.

La historia comenzó durante un sueño. Mis proyecciones parecían perfectamente normales, reconstrucciones de recuerdos del mundo de la vigilia, fantasías con orígenes infantiles, manifestaciones de metas o simples diversiones. Pero algo anormal ocurrió, aunque no del todo, puesto que sólo fue una conversación con un amigo, lo extraño fue que en ese momento tomé conciencia de que me hallaba soñando.  

Me pareció divertido, por lo que no traté de despertarme, en cambio decidí quedarme ahí un tiempo. Recuerdo una fiesta, un viaje en auto a toda velocidad, y una serie de actos delictivos que no tuve temor de cometer al saberme en un sueño. Acabamos en prisión, por una noche, yo y las reconstrucciones de mis camaradas. Al salir fuimos a la universidad, hubo clase, cosa que me pareció graciosa, dadas las circunstancias.

Motivado por la curiosidad, decidí preguntarle al amigo con el que estaba platicando cuando me percaté de mi estado, experimentando, si él sabía que todo se trataba de un sueño.

Pensé que me despertaría, mas sólo recibí una pregunta a forma de respuesta “¿Así que ya lo sabes?” Al momento las imágenes a mí alrededor se disolvieron, como un dibujo en una hoja de papel quedando borrado por el agua. Estuve mucho tiempo flotando en el vacío, expectante de lo que acontecería. Entonces sonó el despertador.

Después de ese curioso sueño donde me permití actuar de formas inconcebibles quedó una semilla que ansiaba germinar en mi mente, un deseo inevitable, la fuerza de una voluntad potente que debía alcanzar su destino, y esta no podía ser otra que la mía.

La noche siguiente, así como en los posteriores,  intenté nuevamente. Tardé casi cuatro noches en aprender a percibir estado mientras dormía, pero lo conseguí. Con el tiempo empecé a experimentar mis capacidades para manipular el espacio onírico. Realicé múltiples experimentos, desde cosas simples hasta prodigios divinos. Podía predecir o elegir el rumbo de los acontecimientos, volar, transformar la materia, e incluso destruir y recrear el mundo con absoluta libertad. Los límites materiales, las asperezas y barreras de la vigilia, eran para mí una pequeñez en las tierras soñadas. Con la práctica conseguí manipular el tiempo mismo, la velocidad de los acontecimientos podía alterarse, la extensión de los momentos se volvía relativa, el poderoso cause de la cascada podía detenerse o ralentizarse. Sin embargo, nunca logré invertir la corriente y explotar sus posibilidades.

Resultará evidente que, al explotar tanto mi capacidad para soñar y llevarla al límite de sus posibilidades, el despertar se volvía un evento traumático. Pasar de ser el dios de mi propio mundo a un simple ser humano generaba una obsesión cada vez más profunda en mi ser. Quería dormir todo el tiempo, soñar y nada más. Me enfurecía en todo momento al vivir en esta contradicción, el fuego de mi propia frustración debía ser remplazado por la calidez de la libertad. Ser una especie de demiurgo al dormir no era suficiente, anhelaba que esa fuera mi realidad, necesitaba algo consistente, absoluto.

Pasaron años antes de ser capaz de concebir una idea útil, pero tuve éxito. Un plan único en su tipo nació en mi cabeza ¿Cómo hacer de mis sueños una realidad? ¿Cómo transformar la realidad misma en un sueño? Si todo era una ilusión ¿Podía ser esta perfectible? La respuesta estaba en la mismísima fantasía, en lo virtual.

A lo que me refiero es a que la ilusión es algo modificable, perfectible hasta sus aspectos más mínimos, en lo que pasa desapercibido. Estas son las sensaciones.

Para alguien que logra manipular la realidad de los sueños, pensar los sentidos más fundamentales se vuelve algo secundario, como fue en este caso el tacto. Siendo incapaz de poseer percibir el simple toque de un objeto contra mi cara ¿Cómo podía anhelar crear algo perfecto?

El trabajo fue arduo, tuve que practicar mucho para simular la complejidad de los sentidos, puesto que tienes que construir una relación que implicó miles de millones de impulsos, así como tener en cuenta la relación de los órganos con el sentir, en conjunto con la producción de una especie de neuronas ilusivas. Es evidente, debía aportarles estas cosas a mis proyecciones y personajes, lo que llevaría mucho tiempo. Por suerte, en los niveles profundos del subconsciente se pude obtener una cantidad infinita de tiempo. Sueños sobre sueños, un nivel tras otro, envejecer, morir y renacer, y repetir el ciclo muchas veces más.

Logré establecer sensaciones en mis sueños, tal como en el mundo real.

Es probable que me faltara preparación, quizá desarrollar más la capacidad de mi conciencia, aunque confié demasiado en mi habilidad, mi voluntad, mi fuerza. Estaba ansioso por crear un ideal absoluto, quise elevarme, ser Dios, y que eso fuera una realidad, una creada a través de la ilusión.

El inicio fue exitoso, era un ser capaz de manipular el universo a su gusto, uno auténtico y verdadero. El defecto estuvo en mi necesidad de brincar a través de los estratos oníricos de forma continua, lo que requería una concentración y un manejo de la capacidad mental al que no hubiera accedido en la vigilia. Mi fuerza parecía diezmarse ante los continuos cambios y las complejidades de laberintos construidos durante milenios, y los evos fueron necesarios para mostrarme la verdad de mis acciones.

 Mi adicción por los sueños sublimes me llevó a desear quedarme en ellos, y con el tiempo, como cabría espera, mi conciencia se perdió en los abismos de mis propias creaciones.

De repente, me desperté, en mi cama, pensando que había despertado. Así, cumplí mi jornada diaria, esperando volver a soñar, ser Dios otra vez. Mi día transcurrió con normalidad, con un exceso de ella. Podría asegurar que todo era un mero recuerdo. Tenía razón.

No me di cuenta de mis errores hasta que me fui a dormir, cuando noté que la libreta donde  registraba mis sueños no estaba, al igual que mi escrito, en ese momento el piso de mi habitación se desmoronó y mi cama cayó en un infinito vacío. Supe entonces que estaba soñando.

Desperté, creyendo que en esta ocasión estaba ya en vigilia. Sin embargo, todo se repitió, esta vez con la presencia de construcciones más complejas, de personajes inventados, descubriendo que seguía dormido.

Esto ocurrió una decena de veces hasta que decidí tomar las riendas de mi mundo, para recuperar mi reino y recurrir a una sacudida que me sacara de la ilusión. Gigantesco fue mi horror al descubrir que era incapaz de controlar mis sueños.

La recreación de la realidad fue demasiado fiel, poderosa y precisa. Lo que me rodeaba se perfeccionaba a cada instante, cerrando los puntos con los que lograba descubrir que las cosas eran sólo una ilusión. La conclusión de mis observaciones era terrible: me había convertido en una proyección en un mundo proyectado por mi propio ser.

La sensación de caída, el suicidio, el provocar mi muerte. Todo fue inútil. Mis sentidos se simularon de forma exacta,  el universo onírico se construyó con una capacidad para autorecrearse, corrigiendo sus defectos, sus fallos ilusivos, armando una segunda realidad con individuos propios y pensantes que la podían manipular con su trabajo, todo por un mecanismo que yo mismo creé. El sueño material había nacido.

Me fundí con la nueva vida que se me presentaba, durante cuarenta años. Y, tras una existencia virtual, olvidé la verdad que una vez había sabido.

******





Un día de tantos me percaté de algo que no había notado antes, el mundo parecía se me hacía raro, incongruente, todo parecía sistemático y predestinado, demasiado. Me sentía nostálgico, débil. Recordaba de forma parcial el poder que alguna vez me había impregnado, aquella potente voluntad. Llevaba años sin soñar cuando me percaté que mi vida era un sueño.

            ¿Cómo lo hice?  Mis sentidos, ahí estuvo la clave.

            Hubo un pequeño fallo cuando originé los sentidos simulados, una breve insensibilidad en el ojo, algo en lo que, por descuidado, no trabajé. Con ello confirmé el haberme vuelto anciano en una ilusión. Regresó a mi memoria todo lo que antes conocía.

            Recuperé poco a poco mis habilidades, y, en cuestión, de días lo que me liberó de mi ilusión me daría la herramienta para salir de las tierras oníricas.

            Primero necesité de todas mis capacidades como soñador, después debí encontrar todos los puntos débiles de mis ilusiones. Sin embargo, mis creaciones desarrollaron una defensa, una forma de mantenerme dormido. Al final debí usar mi último as, viajando al núcleo del universo, destruí el sueño mismo.

            A su vez, en el cataclismo de mis fantasías, me di muerte. Entonces desperté.



*****

Logré llegar al mundo vigil. Aparecí en mi cama, despierto otra vez.

            Al inicio sospeché que seguía dormido. Comprobé que no era así al sentir mojarme los ojos y la cara completa. Me bañé, verifiqué cada parte de mi cuerpo. En el instante en el que supe que en efecto salí de mis sueños logré tranquilizarme.

            Antes de ver a mi familia y amigos, me dediqué un día a vivir en el mundo real, a sentir el viento y el agua, a ver el amanecer y el atardecer. Estando solo, pero reconociendo el mundo real. Después hice lo que otros hubieran hecho, ver a la gente con la que no había estado en años, en siglos transcurridos en una noche.

Nunca volví a manipular mis sueños. Podía vivir sin controlar la realidad a mi plena voluntad, aunque ya no quería verme atrapado en un limbo nacido de mi propia mente. En fin, viví como siempre lo había hecho antes de volverme un soñador lúcido, tuve sueños con placer, sin controlar la realidad de los mismos. No sé si feliz, pero si en paz.

            Estos últimos días he sentido en ocasiones una extraña presión en mi nuca, supongo que no es nada.