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sábado, 8 de octubre de 2016

Cinema Fantasía


Cientos de parejas, de viejos y jóvenes, de niños y grandes, de hombres y mujeres, todos reunidos en un mismo lugar, con distintos intereses e intenciones personales, con un solo objetivo común: el inicio de la función. Cinema Fantasía, un lugar peculiar, formado por cientos de salas, una tras otra, a la entrada hay un letrero anuncia: “SE PROYECTAN HECHOS, RECUERDOS Y VIVENCIAS”. Y a la entrada un local de café atendido siempre por el mismo anciano. Veo a dos jóvenes abrazados, y sentados sobre un sillón de oscuro color. Frente a ellos, alrededor de una pequeña mesa hay dos ancianos hablando de los nuevos, viejos y próximos días felices, de las tecnologías  del siglo XX y del XXI, de los cambios que los tocó vivir y los que habrían de venir. En el centro del establecimiento, una joven con una mirada de inusual belleza está sentada al costado de un chico con lentes de amplias monturas, hablan y hablan pero parece que sus ideas no conectan, por más que los miro no encuentro  el motivo por el decidieron pasar este rato juntos; la joven me mira en ocasiones como si me tratase de un viejo amigo, en otras como un interlocutor mucho más interesante que su acompañante, y en otras como un posible amante- quizá esta especulación sea exagerada, pero si estuvieran en mi lugar no creo que lo pensaran de semejante manera. Dos duplos, uno de hombres y otro de mujeres, se miran con cariño, los primeros hablan de tonterías y se acarician las manos constantemente, mientras las segundas ríen y se besan cada tanto. Con el tiempo muchas de estas personas dejan el sitio y son remplazadas por otras. Aún así me siento raro al estar sin compañía en esta locación. Supongo que hay suficientes funciones para que una nueva empiece a cada minuto, pese a ser tan largas. No suelo asistir a ellas, pero la última vez que lo hice la cinta duró casi 23 días, supongo que para los locales ha de ser natural esta clase de eventos.

Una docena de horas han pasado y no puedo figurarme cómo quienes viven por estos alrededores perciben este singular transcurrir. Estos sitios son curiosos, extraños en demasía. Mis ojos se volvieron a cruzar con los de la joven de hace un rato, de forma evidente, su acompañante me miró incómodo, molesto, con rapidez volví la mirada a la máquina de escribir y me concentré en las notas de Chopin. No sé si tienen la capacidad de ver mi herramienta de trabajo, espero que no. Sería extraño asistir con algo así al cine. Sin embargo no creo ser juzgado por ello en este lugar.

Al momento de hacer las debidas correcciones ¿Daré prioridad a la redacción o a la licencia poética? Supongo que lo pensaré cuando esté fuera de aquí.

Algo me dice que tendría que abstenerme de venir, en teoría este lugar no es para alguien como yo. Ahora no sirve pensar en eso, lo haré más tarde al estar de vuelta en mi casa. Sin embargo, no me puedo permitir olvidar que hago aquí ni la naturaleza de donde me encuentro, después de todo, como mi abuela me dijo la primera vez que visité estas inmediaciones: “No debes frecuentar los terrenos de los muertos”.





Áureo Boix

8 de octubre de 2016


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