Al
oeste de la Gran Tierra, existen tribus que creen en la existencia de un cosmos
con forma de árbol, de hecho consideran que todo lo que hay, lo que hubo o
habrá es parte de un árbol. Los nómadas de Irín han mantenido la existencia de
este mito, y narran la historia durante las noches de fogata cada cierto
tiempo, esto debido a que varios de ellos provienen del sitio donde se mete el
sol. Se dice que el mundo es sólo una parte del ramal que conforma el Todo, y
que la rama que éste representa es incluso pequeña en comparación de las otras,
siendo una extensión de otra.
También se ha
contado que las hojas son los dioses que han existido en todas las épocas, y que cada uno de ellos muere cada vez que se
pierde la fe en su fuerza, en su haber y sus acciones. En su lugar nacen otras
deidades que pasaran por un ciclo de vida parecido, este es el destino de todas
las criaturas. Sin embargo, los humanos, las plantas, los animales y los seres
divinos, incluso los mundos existentes, al ser parte del Árbol del Principio y
el Fin, eran parte de una misma cosa, y que al morir pasarían a formar parte de
la tierra que alimentaba a sus raíces, para luego volver a él. Esto ocurriría
incluso con los mismísimos mundos.
Al terminar de contar la historia, los nómadas pasan
a lanzar un puñado de tierra al fuego, de uno en uno, iniciando por el que
contó la historia, hasta el último de
ellos, para que al final, el primero dijera una oración en un idioma extraño.
Por lo general, el que cuenta la historia es alguien nacido entre las tribus
del oeste, pero los demás continúan con el ritual, debido al respeto que los
nómadas guardan por las historias de todos los pueblos.
Otras historias se narran acerca del Árbol, pero se
cuentan únicamente en noches especiales, pocos las conocen, y los nómadas de
Irín dejan que sean contadas cuando no hay algún extraño entre ellos, sin excepción.
Entonces se escucha la leyenda de la creación del árbol, nacido por la mano de
la mismísima Vida. Se menciona en esos momentos que las ramas caen ante la
acción de Muerte, en un intento por acabar con lo hecho por su hermana Vida.
Por tanto, la tierra sobre la que se levanta el árbol es producto de
Equilibrio, el hermano mayor de Vida y Muerte, en un intento por cesar los conflictos
entre estos.
Los relatos secretos acerca del árbol suelen
concluirse con una profecía:
“Cuando
llegue el final de los días, y el Equilibrio haya sido debilitado, el Árbol del Principio y el Fin se
precipitará sobre las Aguas del Vacío, donde las fuerzas sobrantes de la
amorosa, pero a su vez conflictiva, relación entre el Caos y el Orden, devorarán
todo lo que existe, y así acabará todo.”
Al final de esta historia, los escuchantes bajan la
cabeza y apagan la fogata, para quedarse en pie ante la envolvente oscuridad.
Esto lo hacen en memoria de un adagio un tanto más optimista:
“Tras
la destrucción del Árbol del Principio y el Fin, Vida y Muerte se reconciliarán
para restaurar la labor de sus padres, Caos y Orden, tomarán los restos del
Árbol, y con el crearan un nuevo cosmos. Pero antes de eso, las hojas y las
ramas de la difunta totalidad de las cosas flotarán en el Mar del Vació, en la
espera de ser restauradas. Mientras tanto, los que queden deberán mantener los
restos a flote, y tal cómo un árbol, quedarse de pie en la oscuridad”.
Antonio Arjona Huelgas
Ciudad de México
18 de Agosto del 2015
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