"Tras
las puertas de la realidad se encuentran sólo los sueños, en ellos existe la
libertad absoluta y el infinito mismo. Tras la vida hay sueños, y esta es
gracias a ellos. Y, a veces, cuesta diferenciarlos"
Al menos es lo que ella me dijo alguna vez, en alguna
ilusión breve pero sublime. No estuve con ella mucho tiempo, y ni siquiera
podría asegurar que fue real, puesto que su ser era demasiado bello para serlo.
Una idea, un espejismo que manifestaba lo que anhelaba en el fondo de mí, tal
vez era lo que ella fue para mí, pero decir algo como eso sería probablemente
una exageración, o quizá no.
No recuerdo cómo la conocí, debido a que lo hice antes
de conversar con ella, a través de un juego de miradas, aunque tampoco podría
asegurar cuándo y de qué manera pasó. Lo que sé es que su voz era como el
viento de la primavera, en sus ojos podía ver el brillo de las estrellas, en
rostro veía solo una forma perfecta, rodeada por el brillo del sol. Todos los
días la veía, le hablaba y ella a mí, pero siempre tenía que llegar a dormir,
pensando solo en ella antes de cerrar los ojos, con la ilusión de verla al día
siguiente.
Llegué a sentir su cuerpo, a ver detrás de lo que no me
dejaba verla entera. No alcanzarían las palabras para describir todo lo que
hicimos, aunque sobrarían todas para hacerlo, sólo
una palabra podría describir de forma adecuada lo que ocurrió entre nosotros, y
no sería capaz de usarla si no estoy en su presencia.
No he hablado demasiado, pero elijo no hacerlo a causa
del dolor de recordarla si no estoy junto a ella. Ya han pasado unos cuantos
años, y lo único que he logrado es seguir soñando. Todos los días voy al
trabajo, cumplo una rutina, veo a mis familiares y amigos, pero me siento solo.
Al final del día me voy a mi habitación, recargo la cabeza sobre la almohada,
cierro los ojos, y espero algún día poder despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario