Los
bosques del valle ardían, rodeados por los montones que comúnmente circundaban
el lugar, creando una curiosa imagen, como si fueran fogata hecha
por un gigante. No sería disparatado afirmar algo así en consideración de las
condiciones en las que se dio el desastre. Para este punto, el incendio es
sólo parte de una serie de incidentes similares alrededor del mundo. En efecto,
muchos de estos sitios eran naturalmente valles, pero algunos otros fueron
deformados, dicho de forma literal, de la noche a la mañana. Este es uno de
tantos, nada más que eso, y sin embargo uno que para mí es más importante.
Tal como en los mitos, en las
fantásticas leyendas, mi mundo ardió en una chispa, sin poder siquiera
anticipar lo que pasaría. Me siento parcialmente responsable, pero fueron los
gritos del pasado que regresaron en el peor momento. De este modo, y sin entrar
mucho en detalles, puedo afirmar que rompieron mi alma, enterrando cada uno de
sus restos entre toneladas de leña.
Pronto el mundo habrá terminado de arder, y yo me habré ido con él.
Pronto el mundo habrá terminado de arder, y yo me habré ido con él.
El
aliento final de mis labios, mi posición terrible, mi estático e inamovible cuerpo
son signo de mi fatal destino. No queda nada porque mantenerme aquí, las llamas
comenzaron a recorrer el mundo antes de que yo contribuyera a extenderlas hasta
los últimos rincones de la tierra, todo por la ira y el vacío.
El
fuego está cada vez más cerca, no puedo evitarlo, no ahora. Dejaré
que me consuma, para que mi voluntad acabe conmigo en compañía del mundo que en
algún momento amé, antes de ansiar su desaparición. Mi muerte será el
final mismo de todo lo que hay, puesto que soy el último bastión de un reino
destinado al fracaso, el pilar restante de un templo que se derrumba sobre sí
mismo, el último mensaje oculto en la gran obra, el grito final de un
desesperado.
¿Qué
solución puede haber a tan trágico destino cuando eres el sueño de un sueño?
¿Cuándo tu existencia pende del deseo de un ser que nunca se ha percatado de
quien eres, de que eres lo mismo que él? Así, lo en apariencia sólido termina
por desaparecer; el primer segundo de vigilia anunciará mi término, como el
último sueño del sueño, como lo inexistente que precede a la voluntad misma,
fundiéndome en un vacío tan grande como la misma totalidad.
Antonio Arjona Huelgas
20 de Febrero de 2016
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