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viernes, 19 de febrero de 2016

La muerte del incendiario






Los bosques del valle ardían, rodeados por los montones que comúnmente circundaban el lugar, creando una curiosa imagen, como si fueran fogata hecha por un gigante. No sería disparatado afirmar algo así en consideración de las condiciones en las que se dio el desastre. Para este punto, el incendio es sólo parte de una serie de incidentes similares alrededor del mundo. En efecto, muchos de estos sitios eran naturalmente valles, pero algunos otros fueron deformados, dicho de forma literal, de la noche a la mañana. Este es uno de tantos, nada más que eso, y sin embargo uno que para mí es más importante.

            Tal como en los mitos, en las fantásticas leyendas, mi mundo ardió en una chispa, sin poder siquiera anticipar lo que pasaría. Me siento parcialmente responsable, pero fueron los gritos del pasado que regresaron en el peor momento. De este modo, y sin entrar mucho en detalles, puedo afirmar que rompieron mi alma, enterrando cada uno de sus restos entre toneladas de leña. 
              Pronto el mundo habrá terminado de arder, y yo me habré ido con él.

El aliento final de mis labios, mi posición terrible, mi estático e inamovible cuerpo son signo de mi fatal destino. No queda nada porque mantenerme aquí, las llamas comenzaron a recorrer el mundo antes de que yo contribuyera a extenderlas hasta los últimos rincones de la tierra, todo por la ira y el vacío.

El fuego está cada vez más cerca, no puedo evitarlo, no ahora. Dejaré que me consuma, para que mi voluntad acabe conmigo en compañía del mundo que en algún momento amé, antes de ansiar su desaparición. Mi muerte será el final mismo de todo lo que hay, puesto que soy el último bastión de un reino destinado al fracaso, el pilar restante de un templo que se derrumba sobre sí mismo, el último mensaje oculto en la gran obra, el grito final de un desesperado.   

¿Qué solución puede haber a tan trágico destino cuando eres el sueño de un sueño? ¿Cuándo tu existencia pende del deseo de un ser que nunca se ha percatado de quien eres, de que eres lo mismo que él? Así, lo en apariencia sólido termina por desaparecer; el primer segundo de vigilia anunciará mi término, como el último sueño del sueño, como lo inexistente que precede a la voluntad misma, fundiéndome en un vacío tan grande como la misma totalidad.

Antonio Arjona Huelgas
20 de Febrero de 2016

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