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domingo, 15 de mayo de 2016

La casa en el olvido



-¿Quién soy yo? ¿Cómo he llegado a este lugar? ¿Qué hice? ¿Por qué? Recuerdo una montaña, un valle y un arroyo. Mi nombre es… mi nombre es… No lo sé ¡Me duele! He olvidado todo ¿Qué hacía? Mi hija ¿Tengo hija? Se llama… la nombré como…no, no ¡No lo sé! No puedo saberlo ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy llorando? Tuve un hermano ¿o una hermana? ¿Quién era? ¿Quién es? ¿Dónde estoy? La niña ¿Dónde está la niña? No logro encontrarla. La ocultaron de mí, no me dejan verla ¿Por qué lo hacen? ¿Quiénes son ustedes? No puedo encontrar a mi niña en el sol ¿Por qué la busco en el sol? ¿Dónde está el sol? Son las tres de la tarde, pero es de noche. Juraría que me acabo de despertar ¡Maldición! Me desperté muy tarde, debo pasar por mi niña a la escuela…Esperen ¿a quién estoy buscando? ¿Por qué lo hago? ¿Dónde estoy? Eva, ya está aquí, no la veo pero la siento. Viene por mí ¿Por qué me hace esto? Quiere lo que mío ¿Qué pasa? ¿Quién es Eva? ¿Qué es lo que hace? ¡No puedo recordarlo! ¡No! ¡No! ¡No! No es posible, no puede ser ¿Qué me pasa? No me gusta llorar, no quiero hacerlo ¿Por qué lloro? ¿Qué estaba haciendo? Mi mamá… mi mamá… ¿Dónde está mi mamá? Me dejó ¿Me dejó? ¿No quiere estar conmigo? ¿Por qué no me quiere? ¡Quiero a mi mamá! ¡¿Dónde está?! ¡¿Por qué no la encuentro?! ¿A quién estoy buscando? ¿Por qué busco algo? ¿Qué estaba buscando? Tengo que ir al baño ¿Dónde está el baño? Esta no es mi casa ¿Qué hago aquí? Estoy perdida. Tengo que… tengo que… ¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué lloraba? ¿Quién es esa mujer? ¿Es  Mariana? ¿Es mi hija? ¿Si es ella? Quiero que me ayude, no encuentro mi casa, tengo que ir al baño ¡Marianita! ¡¿A dónde vas?! No me dejes sola ¡No me puedes dejar sola! ¡Por favor! ¡Por favor no! ¡No te vayas! Ya estás aquí ¡Ayúdame! No sé qué me está ¿Dónde estoy?
-Señora Méndez ¿Qué hace usted  sola en el pasillo? ¿Quiere ir al baño?-. dijo la enfermera, preocupada.
-Marianita ¿Eres tú? Hija, no sé dónde estoy. Tengo que ir al baño, quiero ir a mi casa.
-No se preocupe, la llevaré ahí, yo sé dónde estamos. Venga por aquí- así, la enfermera condujo con amabilidad a la señora Méndez hacia el baño, para después llevarla a la habitación designada.
-Marianita, te extrañaba tanto. Estaba llorando ¿Por qué lloraba? ¡Odio llorar!- la señora Méndez parecía un poco más tranquila. La enfermera Estefanía tendría  mucho más sencillo el trabajo de ese momento en adelante. Antes habían buscado a la señora Méndez durante casi una hora, el personal debió darse prisa para evitar que desapareciera. En caso de haberlo hecho, no, habrían tenido problemas con demandas directas, puesto que no le quedaban familiares vivos. Sin embargo, muchos miembros del personal se habrían entristecido en extremo, incluyendo a Estefanía, ya que la señora Méndez era muy querida en el asilo.
El problema de la señora Méndez se agravó a causa de la muerte de su hija en un asalto, ahí mismo murió el esposo de esta. No dejaron nietos, cosa que quizá pudo haber ayudado a la señora Méndez, pero la  suerte nunca le sonrió.  Su marido había muerto casi diez años antes, por un derrame cerebral. Algunos hermanos seguían vivos, aunque pasaban por situaciones semejantes.
La señora Méndez salió del baño.
-Lucía ¡¿Dónde estoy!? ¿Qué hacemos aquí?
-No te preocupes, te llevaré a tu habitación, todo estará bien-. Estefanía estaba un poco triste, le había tomado cariño a la señora y le dolía verla así.
- ¿Me llevarás a la casa en la colina? ¿Te acuerdas? Esa a la que íbamos cuando niñas, donde jugábamos por horas ¿Recuerdas Lucy?-. La señora Méndez sonreía, emocionada.
- Si, te llevaré ahí mañana. Acompáñame, vamos a tu cuarto.
-Está bien ¡Oh Lucy no puedo esperar! Quiero ver esa casa antes de olvidarla-. Al decir esto, una lágrima brotó por su mejilla.
Llegaron a la morada de la señora Méndez. Estefanía le ayudó a colocarse en la cama y la arropó. Antes de que saliera de ahí, dejando dormir a la señora, la conocida voz le llamó:
-Muy buenas noches hija ¡Te quiero mucho!- la señora Méndez se había alegrado.
-Yo igual- dijo Estefanía, sabiendo que esa mujer no era su madre, siguiendo el juego para no destrozar más su dañada cordura. Al final del día, Estefanía retornó a su casa, nostálgica, pensando en la señora Méndez, confiando su cuidado a los médicos del turno de medianoche.
Las luces se apagaron en el asilo. Todos los pacientes durmieron en paz. Esa noche la señora Méndez soñó que volvía a la casa de la colina, donde la esperaban su hija y su hermana, felices con su regreso. Una luz resplandecía en lo alto, el bello campo de verdes pastos y frondosos árboles daban una sensación de paz. Los latidos se detuvieron poco a poco, hasta que cesar por siempre su ritmo.
La señora Méndez al fin llegó a la casa en lo alto de la colina.



FIN




Antonio Arjona Huelgas

Ciudad de México

15 de mayo de 2016

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