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martes, 17 de octubre de 2017

12

Escribir en 12 sin duda es irónico, quizá sea el tamaño, la practicidad con respecto al material, o la conjunción por multiplicidad del 4 y el 3, algunos apuntarían a la herencia de la numerología cristiana, el simbolismo del 12 o la justificación matemática de su hegemonía, lo que tal vez nos remitiría a las supersticiones propias de científicos de fama y renombre con respecto al 3, y por lógica al 6 y al 9. En todo caso, fuera de cualquier aspecto curioso, escribo en 12 por un motivo cotidiano, pues es el tamaño de fuente oficial, en conjunto con el 1.5 o doble espacio. No obstante, casi es aterradora la coincidencia al hablar respecto a una cadena de incidentes que han llevado por años el apodo <<La maldición de la doceava esquina de la calle 12>>.  Ninguno ha sido más que un mero choque de autos, caída de un ladrillo sobre la cabeza de alguien, resbalones con finales fatales o derrumbes que denotan la corrupción detrás de los permisos para realizar obras de construcción; con el pequeño detalle de que en todos y cada uno de ellos hay muertos, y una estrecha relación con el número 12.
            El más reciente de ellos ha sido la explosión de un expendio comercial en la que murieron 12 personas, más tres en la ambulancia y cuatro en el hospital, en la doceava esquina de la calle doce, en posición diagonal con respecto a un edificio departamental en el que la semana anterior murió un joven que había caído del doceavo piso, y tres días antes un pequeño de doce años había sido atropellado al mediodía, justo 4 días después de un robo que acabó con la muerte del ladrón, quién había perdido cuatro dientes aparte de otros 8 que le faltaban desde hacía años, tres de ellos en infructuosos intentos de asalto, en ambos casos a medianoche, a doce metros del incidente anterior; 12 horas antes una mujer de 24 años había muerto de un inexplicable ataque cardiaco, tal vez por un terror que la invadió, 12 minutos del susto a la tumba. Así, desde hace doce meses, en un ciclo ocurrido cada doce años, la cadena de accidentes sigue y sigue.
            Tales características hacen pensar que los hechos son consecuencia de un asesino serial discreto, cuya obsesión numerológica es tal que manipula acontecimientos de forma obsesiva y perfecta, de modo que coincidan una y otra vez con dicho número. Aunque no existe prueba de ello, sólo una cadena sin fin que excede la vida por más de ciento veinte años la vida humana, con un punto álgido hace 144 años, al menos hasta dónde sabemos, pues algunos deducen que se podría remontar a unos 1200 años en el pasado, con base en 12 tumbas de esa época halladas en esa esquina
.
            Lo extraño del caso me hace temer el escribir sobre ello, después de todo, cada uno de los incidentes guarda algún tipo de relación indirecta con el anterior, y el escribir sobre ello me pone en la cadena, de manera probable en una relación con la tan mencionada cifra, pues ese el número de días a partir del último incidente, y en los que termino este escrito ¡Por Dios espero que mi posición en la serie no sea en algún múltiplo del doce! Ya es medianoche, y mi jefe pedirá la investigación con este escrito inaugural en doce horas. Si confirman la recepción de éste 12 minutos después del envío, seguro me doy por muerto. En todo caso procuraré no pasar por aquella maldita calle.


F I N

            Antonio Arjona Huelgas

17 de octubre de 2017 y se empezó a escribir el día doce, postergado 5 días y 7 horas

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