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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Caminante

NOTA* Hay un discurso introductorio a la canción Journeyman de Iron Maiden, en la cual Bruce Dickinson menciona que cuando acabe la canción, terminará el viaje. Quiero que tengan ésta idea en cuenta al leer el siguiente escrito.


No hay letra, no hay palabra u oración para el Viajero, siquiera un sonido, un silbido, o tranquilo resonar. Soledad y silencio, plumas cayentes, miradas que se elevan, al eterno cielo.

El infinito es mi relato, la narración guarda la totalidad, y lo que la antecede está más allá. No hablaré al respecto más de lo posible, lo etéreo no se define en las cosas ni el las letras, sólo a través de sí.

Soy el viajero, el caminante, el soñador del Flujo, cuyos pasos nacen en el céfiro y fenecen con el silencio. Mi travesía a lomos de alas plateadas, evitando y moviendo los hilos del destino, ha sido mi sentido desde el amanecer de todas las cosas. Estoy solo, nadie más puede surcar el mismo rayo de sol sobre el que patino, ni siquiera la dama del sol.

No soy nada más que un durmiente, un soñador cuyo ascender y descender hacia la luz da significado a todo, a pesar de no poder significar algo en sí. La oscuridad me precede, y las sombras nacieron de mi andar. No hay recuerdos ni futuro de lo que soy, y mi presenta yace extinto. El tiempo y la muerte son apenas olas de mi océano, y la vida apenas un suspiro en mi huracán. Me aíslo de las dicotomías, me guardo en mis propias contradicciones, soy el viento de la tempestad y el agua profunda del abismo. Poseo el saber, más desconozco las palabras,y, más allá del deseo, sé ello es lo que debe ser. Mis pasos cansados flotan, mi cuerpo reposa en la ventisca, el aire es parte de mi, y obedece mi voluntad, sin resistencia de su parte, ni presión de la mía, siempre hemos fluido al mismo ritmo, de la misma forma, pues naturalezas iguales nos dieron lugar.  

Soy un sueño que ha soñado, apenas un murmullo que supo aspirar. No tengo historia, sólo un viaje, soy viajero y viaje en sí. Lo demás no tiene lugar, no es en realidad, el Todo es en tanto es recorrido, en tanto la nada queda a nuestras espaldas y la muerte al frente. Más la muerte es apenas un paso, una ensoñación, se desvanece como aquellos que la atraviesan.

Detenerme en ocasiones trae la melancolía, y ésta me acompaña a recordar y olvidar, sólo en los momentos de brillo, al hablar con el sol que se desmaya y muere. Todos morimos en las llamas del día y la noche, elevados por las nubes, reposando en un cúmulo, entonces temo a la pluma, al silencio, al vacío, más los deseo, y sé que perviven en mi. Temo no hablar, más trato de no hacerlo, demasiados secretos pueden escapar, y aunque suela abrirles la jaula y darles alas, no hallan reposo ni hogar, vuelan y se pierden en estrellas, se vuelven aves, se tornan mariposas, se desploman al cielo y corren entre el día y la noche. De ello no debo temer, nadie las puede atrapar, y si las sostienen nunca las entenderán, por tanto no las retendrán, solas, vacías, sin libertad. Lo único libre son los secretos y las historias, las personas jamás, no en la vida, no en las cosas ni en los objetos. La libertad sólo existe para el Viajero, más nunca es suya, es el impulso, las alas, pero un soñador siempre es, nunca posee.

La libertad son las alas, la soledad es el vuelo, y cuando arden también arde el soñador, se esfuma el viajero.

Todos los días son el último día, pues no hay más que un solo Flujo, un solo día, que inicia a cada instante. Temo, me aterra, no ser capaz de contar lo que deseo contar, y temo tanto o más hacerlo. Sin embargo, a final de cuentas, puedo elegir en soledad, y decir lo que desee, no hay más verdad ni más ilusión, sólo sueños.




Antonio Arjona Huelgas
1 de Noviembre del 2017

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